Este titular no contiene erratas ni designa a un político ruso, sino al líder del PSOE, ese partido en decadencia del que siempre se dijo que era el que más se parecía al conjunto de los españoles.
Pedro Sánchez sumó ayer un nuevo capítulo en el inacabado libro de su desesperada búsqueda de protagonismo mediático. ¿Recuerdan su intervención en Sálvame? Pues ayer se superó a sí mismo y lanzó una web ególatra (con secciones como «sobre mí», «en primera persona» y «me implico») con su nombre mutilado: la cabecera ponía «Pdro Snchz». ¿Por qué?
Oficialmente quería imitar el lenguaje de Whatsapp para acercarse a los jóvenes. Parece más razonable pensar que su aparato de propaganda buscaba un fuerte impacto en las redes sociales. Lo consiguió. Pero le salió el tiro por la culata. Muchos se mofaron de él en Twitter. Tal vez la broma más lograda es la que situaba a Sánchez comprando vocales de su nombre ante una ruleta de la fortuna. Así de triste.
El líder del PSOE es un hombre que jamás podría salir en la serie The Newsroom, la que retrata una redacción en la que todos los personajes son capaces de escupir diálogos vibrantes, por momentos brillantes. Por contra, «Pdro Snchz» tiene una oratoria pausada y habla mucho, pero casi nunca dice nada. Como Rajoy.