Gota fría en Cataluña y veraneo en la Moncloa

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Las noticias sobre corrupciones y malas prácticas se intercalan con el problema de fondo, el desafío soberanista, que amenaza con desbordamiento jurídico, político y callejero

05 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Mira que baja fuerte la riada informativa, con gota fría sobre Cataluña y veraneo en la Moncloa, que cualquier noticia inesperada inflama la actualidad. La revelación de la fiesta de tarjetas de crédito opacas en Caja Madrid ha sido el ultimo cañonazo. Es tal el hartazgo ciudadano sobre corrupciones y malas prácticas, que una noticia así es como una bengala incendiaria en las redes sociales. Y la relación de beneficiarios del regalo, un dardo envenenado para sus entidades de procedencia, de la que no se salvó ni una. Saber que el representante de IU en el consejo de la entidad gastó 200.000 euros sin necesidad de justificar, ensombrece la vida de esa formación por unos días. Que el socialista Antonio Romero, un exdirigente de la organización en Madrid, o que los sindicalistas representados en el mismo consejo no se quedaron cortos, por no hablar del uso que dieron al plástico millonario los representantes de PP y patronal, es una palada más de reproches en el montón de agravios.

Por contra, una noticia confirmada por el portavoz socialista en el Congreso Antonio Hernando, sobre la austeridad de Rubalcaba, generó una ola de reproducciones que sorprendió a los propios editores digitales. Rubalcaba, cuando llegó a la secretaria general del PSOE -escribía María Rey- «devolvió sin abrir el sobre en el que su partido le entregaba una tarjeta de crédito, ni siquiera opaca, normal y corriente». Todos no son iguales, en contra de lo que dice Podemos. Y de esos, de los correctos, hay en todos los partidos, aunque no se hable de ellos.

Estas noticias se intercalan en el problema de fondo que inquieta a España en estas semanas: gota fría en la escena política catalana que amenaza con desbordamiento jurídico, político y callejero contemplada con una plácida mirada desde Moncloa donde la inacción evoca el descanso veraniego.

«Es impecable la acción legal del Gobierno ante el desafío catalán», apunta Felipe González, aunque le pide «que se mueva más y que apueste por el dialogo y la reforma». Que PP y PSOE coincidan en algo tan esencial es una buena base de partida, aunque el Gobierno es quien debe moverse, sin cálculos electoralistas, hacia la voluntad de reforma constitucional que vienen planteando los socialistas ya desde Rubalcaba. Esa posición se afianza. Con matices, Unió Democrática, el partido de Duran Lleida está en esa linea, minoritaria todavía. O eso, o una tragedia política de ruptura. «El acuerdo para una reforma constitucional debería ir cuanto antes mas allá de PSOE y PP para extenderse al resto de fuerzas políticas buscando un amplio consenso como el del 78. Es más: los partidos deben promover un pacto ciudadano para que la propuesta tenga una gran base y, a continuación, votarla en referendo sin tardanza.» Quien así describe el proceso deseable es Meritxell Batet, diputada del PSC en Madrid, integrada ahora en la dirección del PSOE, profundamente preocupada por el proceso soberanista.

Entretanto en Cataluña, al inmovilismo del Gobierno fuera del ámbito legal se responde con movilizaciones. «El PP con su negativa al dialogo y a la consulta, es una fábrica de independentistas», sostiene Ada Colau, alcaldable por Barcelona con Guanyem. Son potentes las voces discrepantes con el proceso tal como lo impulsan los motores de ERC y de Acció Nacional Catalana, más Convergencia enganchada al remolque, aunque con acelerones de Mas. Pero algo se mueve: en el interior de la influyente televisión publica catalana, TV-3, el Consejo Profesional cuestiona la «sobredimensión» que se da al 9-N y a la escasa cobertura del caso Pujol. El Sindicat de Periodistes de Catalunya, fue mas lejos al interpretar que en la cobertura de la manifestación de la Diada, TV 3 actuó más bien como agente movilizador.

Sí, algo se mueve en Cataluña pero demasiado lentamente para la urgencia del proceso. Por eso, conviene acabar con el verano monclovita y afrontar la gota fría catalana antes de que llueva torrencialmente. Que Rajoy diga que «la ley puede cambiarse pero no violarse», se celebra como una esperanza. ¿Algo se mueve también en Madrid? Más nos vale a todos.