El expresident, que confesó en julio que había ocultado dinero en el extranjero durante 34 años, explicó forzado por los partidos del Parlamento catalán el origen de su fortuna: «No decidí hacer política para ganar dinero. Dinero ya tenía»
26 sep 2014 . Actualizado a las 23:34 h.
Dos meses después de su confesión por escrito, Jordi Pujol compareció ante la Comisión de Asuntos Institucionales de la Cámara catalana, donde negó todo menos la herencia. «La existencia de dinero en el extranjero puede ser criticada, pero no presupone que sea ilícito ni que haya salido del erario público. No he sido un político corrupto», señaló Pujol. El expresidente catalán protagonizó un epílogo agrio y crispado a su dilatada carrera política, decepcionó e indignó a la mayoría de los grupos, evitó responder a los interrogantes planteados, no mostró la más mínima intención de arrepentirse por haber tenido una fortuna oculta al fisco durante más de tres décadas y además abroncó a los diputados, a los que acusó de mentir, de practicar una política infantil, de tratar de desmoralizar a la población, les tachó de frívolos para intentar liarlo todo, de intoxicar y de crear la sensación de que CiU y el expresidente de la Generalitat son culpables. «Si todo hubiera sido tan corrupto, tan terrible y esos gobiernos tan incapaces, este país no se hubiera aguantado», aseguró en un tono airado, que causó un gran malestar entre los diputados de Esquerra, PSC, Iniciativa, PP, Ciutadans y CUP. Solo CiU, que mantuvo una posición de respeto hacia su padre político, al que arropó y defendió, se mostró satisfecha. Para el expresidente catalán, se ha abierto una causa general contra su persona y contra su obra política.
Pujol se ciñó al milímetro al guión que le habían preparado sus abogados en la comparecencia de dos horas y media horas para dar explicaciones sobre la fortuna que tenía oculta en un paraíso fiscal y que no declaró a Hacienda durante 34 años. Como hacía cuando era presidente aplicó la máxima de hoy no toca y todas las cuestiones que le plantearon las obvió, como si no hubiera escuchado. Como ya detalló en su comunicado del 25 de julio, relató que los fondos que confesó tener en el extranjero proceden de una herencia de su padre, Florenci. «La historia es larga pero la explicaré entera porque demuestra que no ha habido ni corrupción ni trato de favor», dijo. «No me metí en política para ganar dinero, porque ya lo tenía», añadió. Lo tenía, porque, según su versión, su padre, un hombre que se hizo rico en la bolsa y en el contrabando de divisas, decidió dejar un dinero en el extranjero para su familia por el miedo que tenía a que el compromiso político del hijo acabase obligándole a salir del país.
Cuando murió su padre, en 1980, poco después de que Pujol fuese investido por primera vez jefe del Ejecutivo catalán, esos fondos ocultos en el extranjero y que estaban a nombre de su mujer y sus hijos era de 140 millones de pesetas de la época (unos 840 euros al cambio actual). Pero el expresidente no mostró ningún documento notarial que acreditase que era una herencia y a qué cantidad ascendía el legado. Pujol dijo que con ese dinero podía haberse dedicado a hacer negocios, pero que su opción vital fue «hacer país» y «construir Cataluña».