Sarkozy, que está imputado por corrupción activa, tráfico de influencias y encubrimiento de la violación del secreto profesional en la instrucción sobre una posible financiación irregular con dinero del derrocado dictador libio Muamar Gadafi, y aparece vinculado a más de media docena de otras investigaciones judiciales, no hizo ninguna referencia a ese lastre.
Afirmó que su voluntad es construir «una alternativa creíble», «la formación política del siglo XXI» en la que espera aglutinar «todas las inteligencias, todas las energías, todas las buenas voluntades».