España necesita puentes y no frentes

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

La autoría de la frase original no se sabe bien si es de Pedro Sánchez, de Patxi López o de Miquel Iceta, que la retuiteó, pero queda en casa, en la socialista

07 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La autoría de la frase original no se sabe bien si es de Pedro Sánchez, de Patxi López o de Miquel Iceta, que la retuiteó, pero queda en casa, en la casa socialista: «España no necesita frentes, sino puentes». Y Cataluña también. Era la respuesta a una proposición bienintencionada de la secretaria general popular, Cospedal, para plantar cara al independentismo, invitando a sumarse al frente a Ciutadans, Rosa Díez, PSC y Unió. En pocas horas todos dijeron que no, salvo Rosa Díez, que es irrelevante en Cataluña. El Partido Popular está poco representado en la política catalana para atraer a otras fuerzas y es mera delegación en aquel territorio del partido del Gobierno de Mariano Rajoy, anclado en el inmovilismo en este asunto. Desde una orilla no se pueden tender puentes hacia la otra, salvo que se quiera negociar algo, y como no es así, lo que se propone es simplemente un frente. Y un frente solo serviría para agravar la fractura presente en la sociedad catalana, por más que desde la Generalitat se niegue.

Mejor situado estaría para proponer salidas Durán Lleida, que no tiene fuerza de correspondencia política en España, aunque sí en Europa. De modo que, por exclusión, los puentes pueden tenderlos en mejores condiciones los socialistas, a pesar de que siguen bajando elección tras elección, especialmente en Cataluña. Un eventual eje PSC-Convergència se dibuja como una posible salida, al menos temporal, al embrollo catalán. Ese acuerdo tiene hasta nombre: la sociovergencia. Y para que quede claro, Iceta, el nuevo líder socialista catalán, en sintonía con Pedro Sánchez, se ha ofrecido a socorrer parlamentariamente a Artur Mas hasta las próximas elecciones si Esquerra le retira su apoyo por no realizar al final la consulta. Ahí hay un posible puente, que puntualmente podrían reforzar otros.

Necesidad de pactos

Es el drama de España: siempre se han preferido los frentes a los puentes, la confrontación al acuerdo. En Francia cambia el gobierno pero no se ve afectada la política exterior, por ejemplo. En Alemania, los democristianos de la señora Merkel y los socialdemócratas gobiernan juntos. En Italia hasta Silvio Berlusconi se avino a un acuerdo para modificar la ley electoral con Matteo Renzi, el innovador primer ministro que recibe hoy en Florencia a Pedro Sánchez. En España, la política siempre se dramatiza más y por eso los pactos de Estado son tan poco frecuentes. Y se necesitan urgentemente, por ejemplo, en educación, o por el empleo juvenil, o contra la corrupción, por no hacer una lista larga de necesidades.

La política española y la catalana van a exigir grandes acuerdos y renuncias en los próximos meses y años si se quiere enderezar el camino hacia la salida de la crisis y la estabilidad. Por más que la voluntad de una parte de la dirigencia sea la contraria, no hay más remedio que entenderse. Y para ello hace falta tender puentes y dialogar en vez de instalarse en la cabezonería negativa en la oposición, o recurrir a la apisonadora cuando se tiene mayoría absoluta.

La incógnita de fondo ante esa situación es saber si Pedro Sánchez, el nuevo líder del Partido Socialista, será capaz de actuar con firmeza desde la centralidad que parece dispuesto a ocupar. En su primer mes y medio de mandato, por lo que se le ha escuchado, ya sabemos que no piensa hacer seguidismo de Podemos, como algunos de los suyos le reclaman. Lo ha puesto en practica Izquierda Unida y con probabilidad será fagocitada. Pedro Sánchez, que tiene a día de hoy más aceptación popular que la marca política que representa, quiere ocupar una posición central entre el Gobierno de Rajoy y el populismo de Podemos. Si lo logra, el PSOE tendrá futuro. Si fracasa, deberá entregar a su sucesor un partido todavía en peores condiciones de las que lo recibió.