Rajoy, Ribadumia y la margarita

Jorge del Corral
Jorge del Corral EL DEBATE

ESPAÑA

22 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

En las crónicas de este verano no consta que Mariano Rajoy haya encontrado el trébol de cuatro hojas en sus correrías por Doñana y Ribadumia, aunque ha deshojado la margarita para la elección de los alcaldes y, al parecer, ha salido que sí a la elección directa del edil. «No, como ahora. Sí, directa. Vamos a ver: sí, no, sí, no, sí, no, sí. Pues hecho: directa y no se hable más. Carmenciña (Martínez Castro), que ha salido que sí. ¡A trabajar!». Las informaciones periodísticas sí han reseñado que el presidente comió con un grupo de alcaldes con los que intercambió puntos de vista al respecto, y como es habitual en él no desveló sus planes pero escuchó las opiniones.

La propuesta de elegir alcalde al cabeza de la lista más votada en una o dos vueltas no es nueva, pues aparece cual Guadiana bajo el pretexto de que la elección de segundo grado propicia pactos antinaturales y ediles fraguados en despachos de intereses personales que se ciscan en las urnas y favorecen el transfuguismo y la dictadura de las minorías. El ejemplo más comentado últimamente es el de Los Molinos (Madrid), en donde gobierna una coalición PSOE (24,6%), PLM (formación local, 17,9%) e IU (8%), frente al PP (46,11%). El concejal de IU, llave del acuerdo, se quedó con urbanismo y como el mozo es avispado se ha pasado a Podemos. Bajo esta sigla ha aprobado un Plan de Bienes y Espacios Protegidos que pone grilletes al derecho a la propiedad privada de 500 viviendas, del total de 3.000 que hay en el pueblo. Un modelo que la formación de Iglesias quiere importar y que tiene amotinados a buena parte de los vecinos de esa localidad madrileña.

Los partidarios del candidato más votado, tanto en el PSOE como en el PP, argumentan que la reforma favorece la gobernabilidad de los municipios y una relación más directa entre representantes y representados, teoría que comparto, mientras que los detractores se oponen porque seca los gobiernos de coalición multipartidista y refuerza el bipartidismo. La fragmentación del voto que pronostican las encuestas y la irrupción de Podemos ha encendido las luces rojas en el PP y las amarillas en el PSOE. A Pedro Sánchez, emparedado entre PP y Podemos, el debate le ha llegado demasiado pronto y se ha decantado por lo más fácil: oponerse, aunque en un futuro juego de coaliciones le pueda pasar como a CiU con ERC: que Podemos le fagocite.

Rajoy está obsesionado con los resultados en Madrid. Si en mayo pierde la alcaldía y la comunidad por no lograr mayoría absoluta, el mantenimiento de la presidencia del Gobierno en noviembre estará en el alero por mucha mejora económica que tengamos. Por eso Rajoy ha preferido acogerse al dicho chino: gato blanco o gato negro, lo importante es que cace ratones. Y para cazarlos tiene que cambiar la ley, aunque suponga la ruptura del consenso sobre las reglas de juego. Tampoco sería la primera vez.