Tres hombres en busca de un destino

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

13 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La renovación agita, casi siempre para bien. Hoy se detecta ilusión en rostros en los que antes solo se percibía decepción. Alfredo Pérez Rubalcaba, al que nunca agradecerán los suyos el papelón que ha cubierto entre la debacle zapaterista a la que él tuvo prestar su cara electoral y la elección del nuevo secretario general, lo resumía así: «Ha ganado el PSOE». En unidades de recuperación, desde luego. A ver donde llegan.

Con Rubalcaba se jubilan los jóvenes colaboradores de los que hicieron el cambio en el PSOE y en España en los setenta y los ochenta. Felipe González, Guerra y Solana ya cumplieron setenta años hace rato. Rubalcaba sesenta y tres. Los que viene tienen 38 como Eduardo Madina, o 42 como Pedro Sánchez. El PSOE se rejuvenece un cuarto de siglo. Pérez Tapias ha crecido desde el debate a tres pero no tanto como para ganar y, además, los más despiertos saben que es más fácil decir cosas impactantes desde la minoría.

La campaña ha sido inesperada, demasiado breve y, por tanto, exenta de preparación adecuada. Madina iba bien de discurso y flojo comunicación, especialmente la no verbal. Pedro Sánchez justo al revés. Pero han agitado un partido que estaba en pronóstico reservado. Tienen tres retos delante: primero, que la participación no esté por debajo de ochenta mil militantes, tantos como avales; segundo, que el día del Congreso los delegados voten respetando lo que dijeron las bases en sus agrupaciones, o de lo contrario sería una catástrofe; y tercero, el más difícil: que Madina y Pedro Sánchez demuestren la capacidad de integración que predicaron, o su credibilidad se resentirá gravemente.

Con todo, los aciertos y las imperfecciones de los candidatos han sido determinantes. Madina se la jugó y ganó con su órdago de que no se presentaría si no votaban las bases. Las bases se lo deben, pero acaso era consciente que los aparatos no lo votarían. «Tienes menos avales que Sánchez en el Grupo Parlamentario», le dijeron a Madina en público el jueves. « !Ah! Pues no lo sabía», respondió. Una diputada socialista asegura que ella misma se lo había advertido hace semanas pero ya no había remedio.

«La timidez de Madina juega en su contra. Es el secretario del grupo y no ha cruzado palabra en dos años y medio con muchos diputados y eso que algunos son secretarios provinciales», asegura. ¿Cómo lo van a votar? Prefieren a otro que los conozca por su nombre y que sea afable. Es un combate sin cuartel entre política, comunicación e inteligencia emocional. En política suenan parecidos - y con los mismos silencios, como el del paro- aunque el de Madina sea más elaborado; en comunicación ambos necesitan mejorar, aunque Pedro vaya algo por delante. En inteligencia emocional, hasta donde se le conoce, Pedro es más fuerte. La palabra de los militantes decide.

En los últimos días, los nervios prendieron en sus voluntariosos estados mayores que pagan la fiesta a escote. Apareció el juego sucio con la acusación a Pedro Sánchez en un confidencial de que había pertenecido a la Asamblea de Caja Madrid. El viernes en Zaragoza corregimos, por rigor, a un profesor universitario, de la Plataforma pro Madina que contaba en una conversación que Pedro había estado en el «Consejo de Administración» de Caja Madrid con Blesa. Falso. El consejo decidía, o al menos conocía todo, y tenía 20 miembros; la Asamblea eran más de trescientos que no decidían nada y participaban en calidad de concejales, como en tantas empresas municipales. El equipo de Pedro Sánchez temió hasta el final alguna otra bajeza similar.

Con todo, el proceso ha sido positivo porque «ya nos gustaría ver en otros partidos este ejemplo», han repetido los tres. Y la dirección saliente se ha mantenido bastante neutral. Rubalcaba exquisito. A Óscar López le preguntaron el viernes quién ganaría: «Alemania, sin duda», respondió. Estos tres hombres, Madina, Sánchez y Tapias, compartían el mismo destino: salvar al PSOE. Veremos si son capaces de hacerlo. Sería bueno para la estabilidad del país.