Pedralbes, zona cero del desprestigio real

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade BARCELONA / ENVIADO ESPECIAL

ESPAÑA

PACO RODRÍGUEZ

Vecinos de la infanta Cristina piden «cárcel» para Urdangarin si se demuestra que es culpable

06 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

«Esta es otra Barcelona. Pasta y más pasta», resume Rafa, apoyado en un flamante Porsche. No es suyo. Es el chófer de un gerifalte que visita la clínica situada frente al palacete de Pedralbes. «Es la primera vez que lo veo, y alucino». Se refiere a la jaula de oro donde vivían los duques de Palma hasta que el juez Castro embargó la propiedad, hoy cerrada a cal y canto, casi acorazada en medio de este barrio, que es una ensalada de minaretes, arabescos, palmeras tropicales, chumberas en la acera y embajadas de postín. La de Albania, junto a la casa de Iñaki y Cristina.

Puerta con puerta vive Elisenda, que, digamos, no tiene una imagen muy cálida de sus exvecinos. «Relación, ninguna. Ellos hacían vida en la casa. Nada más. Eran muy discretos, pero luego, ya ves, mangada tras mangada; todo lo que podían». Elisenda, que comparte nombre con la calle del palacete, exculpa a los duques de la abdicación de Juan Carlos I: «El rey ha dejado el poder porque está lleno de achaques, solo eso».

Más inclemente es Jordi: «Hasta que no lo metan en la cárcel no estaré contento, si se demuestra que es culpable. Pero creo que lo es, como su mujer». Republicano confeso, como muchos otros catalanes, concede sin embargo a la monarquía «un papel moderador durante la transición».

Los duques soltaron 6 millones de euros en el 2004 para instalarse «en el kilómetro cero del desprestigio borbónico», frase que hay que atribuir a Matías, que vive unas calles más abajo, donde las mansiones van dejando paso a los bloques de viviendas. «Un millón y medio se los prestó el rey», recuerda mientras sube en indignación.

La casa de los duques es un reclamo turístico. Junto a él se retratan Nuria, Begoña y Ruth. Mil metros cuadrados, siete dormitorios, alfombras de 3.000 euros... Incluso cerrado ejerce una poderosa influencia en los visitantes. Begoña, por ejemplo, viene de Canarias. Una amable señora que no nos da su nombre, de Islandia. «Esto ha dañado mucho la imagen de la Corona. Urdangarin, los elefantes del rey... Es demasiado», valora.

«Nosotros hemos trabajado a veces para ellos», recalcan Miguel y Fernando, policías municipales de Pedralbes. «Íbamos allí a cortar la calle cuando pasaba la cápsula». La cápsula es el convoy «de tres o cuatro vehículos» que conforman el séquito de las visitas de realengo. Es decir, «el rey», por ejemplo. Los duques «se movían más bien con su escolta privada». La poli de Barcelona tampoco oculta su republicanismo, aunque tanto Miguel como Fernando confían en un cambio positivo de la mano de Felipe VI. «Tiene a la Leti ahí apretando, y eso es otra cosa», reflexiona el primero.

Carlos III, el más inteligente

También Rubi Murillo es vecina del barrio. No lo duda: «La infanta Cristina es la peor imagen de la monarquía». El hermano sale mejor parado. Tampoco falta erudición en Pedralbes. Jorge, que presume de haber hecho la mili en Marín, saca el manual de historia para calibrar que «todos los borbones han sido una desgracia, menos Carlos III, que fue el más inteligente». No hay más datos. «Los demás, como el actual -prosigue-, se creían impecables y les han ido levantando mil cosas». Sin embargo, la república tampoco es una alternativa. El problema «somos nosotros mismos, que ya decía Ortega y Gasset que España es difícil de llevar».

Y si ya giran claramente a la izquierda los residentes del exclusivo paraíso de Pedralbes, imagínense lo que piensan los vecinos del más plebeyo barrio de Sarriá, a medio kilómetro del palacete. «Me considero totalmente antimonárquico», se enorgullece Raül de Castro. «Sí, algún abuelo de vuestra tierra», ataja antes de la observación del periodista. Raül exige cuanto antes un referendo «porque el Estado no es cuestión de linaje». El escándalo de Urdangarin ha sido, a su juicio, «estratégico por el desgaste que le ha generado a la Corona».

Y así, con la impresión de que el juez Castro ha librado al barrio de dos vecinos molestos, dejamos el palacete de muros carcelarios y contraventanas de clausura para el que Matías reserva nuevas funciones: «Habrá que empezar a cobrar por verlo, como en la Pedrera [obra de Gaudí Patrimonio Mundial de la Unesco], a ver si así recuperamos las subvenciones que otros nos quitaron».