«Estamos tocados», admite una dirección popular que tiene apenas unos meses para cerrar media decena de frentes
30 may 2014 . Actualizado a las 10:25 h.Ganó como siempre, en su trigésimo tercera victoria consecutiva. Ganó holgado, con 13,4 puntos sobre el segundo, el PSdeG. Ganó mejorando ampliamente, un 34,9 % en términos relativos, los números del PP en el conjunto de España. Y, sin embargo, el Partido Popular de Galicia cosechó en las urnas el pasado domingo, sin paliativos, un resultado malo, su peor marca en un cuarto de siglo, el primer varapalo de la era Feijoo: apenas un 35,16 % de los votos válidos. De hecho, aplicado a otros ámbitos, con ese nivel de apoyo habría perdido dos de sus quince congresistas, seis parlamentarios en O Hórreo, la Xunta, todas las grandes ciudades que gobierna y un par de diputaciones. O sea, un descalabro.
«Estamos tocados, hai preocupación. A cousa non é para pasar páxina axiña nin para mirar para os outros como se desintegran. Hai que tomala moi en serio». «Partiendo de la base de que tenemos una victoria, y con diferencia, es indudable que nos han dado un toque. Ahora tenemos que hacer algo. Tal vez acercarnos más a la gente, contar las cosas mejor y, ante todo, averiguar por qué muchos de los nuestros esta vez se han quedado en casa». «Esperábamos cinco puntos más al menos. Es el peor momento desde que está Alberto. Con eso, lo digo todo, ¿no?». Las tres reflexiones pertenecen a sendos miembros de la dirección de los conservadores. Difieren en matices, pero coinciden en lo sustancial: «Monte Pío, tenemos un problema». En realidad, varios. Uno gordo y media decena extra.
Porque el PPdeG debe acertar en el diagnóstico de esa enfermedad que ahora llaman descontento, curarla, adoptar medidas que le permitan desembarazarse del fantasma de la corrupción, solventar por fin la crisis institucional de Santiago, designar alcaldables en las urbes y promocionarlos, marcar distancias más claras con las políticas de Rajoy o bien defenderlas bajo otra estrategia de comunicación y resolver la cuestión de su portavocía, que actualmente ocupa una mujer, Paula Prado, cuyos líos judiciales han provocado que, pese a ocupar el cargo que ostenta, acumule ya 84 días -un delirio- sin responder preguntas de la prensa. Y todo ello, en cosa de meses, pues llegar a enero con alguno de esos frentes abiertos equivaldría a suicidarse, dado que el 24 de mayo se celebrarán unos comicios municipales clave.
Del susto al pánico
Fracasar en esa batalla de la primavera del 2015 podría marcar un punto de inflexión del que nadie quiere oír hablar. El susto del 25-M tornaría en miedo, pánico al abismo de las generales. De ahí que el propio presidente de los populares, en un infrecuente arranque de sinceridad ante los micros de la prensa, lanzase anteayer un aviso a navegantes. Hay que hacer autocrítica, alertó, para luego apostillar: «E a tempo». Se vio en esa declaración a un líder serio, preocupado, lejano de aquel optimista que había comparecido en la noche electoral.
Entremedias habían transcurrido tres jornadas de reflexión durante las cuales pudo meditar, digerir el palo y escuchar a su cúpula. Mayormente, el lunes, en una reunión a puerta cerrada del comité de dirección en la que, según varios asistentes, no afloraron tensiones, pero sí advertencias sobre la necesidad de corregir el rumbo de la nave. Repasando las cifras, en ese encuentro quedaron claros los epicentros del terremoto: las ciudades, donde los populares obtuvieron 11,1 puntos menos de aval que en el resto de concellos (28,1 frente a 39,2 %), y las provincias atlánticas. Del 32,3 % de A Coruña, por ejemplo, al 42,3 de Lugo va un mundo. Otro contraste: el barón de Ourense, Baltar, se halla hoy en disposición de aportar al zurrón del año próximo 84 mayorías absolutas en un feudo de 92 ayuntamientos y el de Pontevedra, Louzán, 33 en 62 localidades.
El PPdeG busca remedio exprés para esos desequilibrios.
partido popular
21-10-2012 (Autonómicas)
661.281 (45,79 %)
25-5-2014 (Europeas)
354.743 (35,16 %)