La localidad burgalesa votará un cambio de nombre y corregir un error del siglo XVII cuestionado por la comunidad judía
21 abr 2014 . Actualizado a las 20:25 h.Los apenas 60 vecinos de Castrillo Matajudíos, en la provincia española de Burgos, tienen una importante cita con las urnas el 25 de mayo. El día en el que se votará a los representantes en el Parlamento europeo, los habitantes de esta localidad decidirán en referéndum si cambian el nombre al pequeño pueblo.
El alcalde, Lorenzo Rodríguez, considera ofensivo el término «Matajudíos» y no ve impedimento para, en el siglo XXI, dejar atrás el antisemitismo que lleva implícito.
Castrillo de Motajudíos o Castrillo Mota de Judíos son las opciones. La Mota es la colina en la que vivió la comunidad judía de esa zona desde el siglo XI hasta el XV, cuando los judíos fueron expulsados de España por los Reyes Católicos.
«De ahí viene el verdadero nombre del pueblo, Castrillo Motajudíos», asegura el alcalde.
La denominación actual llegó en el siglo XVII cuando un escriba se equivocó y cambió el nombre del pueblo por error. «El escriba nos cambió el nombre con la mala suerte de que muchos se piensan que aquí hemos matado a los judíos cuando nunca fue así», indica Rodríguez.
Castrillo Matajudíos es un pueblo típicamente castellano situado en la margen derecha del río Odra. A 48 kilómetros de Burgos y unos 200 al norte de Madrid, su vida se desarrolla alrededor de la iglesia. Sus tierras se extienden sobre hectáreas de tranquilo paisaje de cultivo de cereales, la principal fuente económica junto al ganado.
La zona fue buena para los judíos durante la Edad Media. Muchos tuvieron allí negocios con vistas a la ruta del Camino de Santiago, en la que se encuentra.
«Fueron siempre tratados con respeto por los habitantes cristianos», asegura el municipio, que pronto podría desterrar de su nombre el malsonante Matajudíos. No solo no es políticamente correcto, sino que ha generado algún inconveniente a algún vecino.
«La policía me dijo que tuviera mucho cuidado con el carnet», dice Agustín, relatando su temor a tener problemas con las autoridades israelíes cuando viajó a Jerusalén.
No es la primera vez que se baraja un cambio de nombre en el pueblo. Pero sí es esta la primera ocasión en la que hay una propuesta firme.
El alcalde y su equipo no se atreven a vaticinar cuál será el resultado del referéndum. «Puede salir de todo, desde que sí hasta que no quieren cambiarlo», dice el alcalde. «Se respetará la decisión de la mayoría, aunque sea solo por un voto», asegura Rodríguez, que desde hace tiempo tiene planes para fomentar el turismo en el lugar.
En el 2009, el ayuntamiento encargó estudios sobre la mota en la que se asentaron los judíos en el siglo XI y los arqueólogos tienen aún previstas algunas excavaciones. El alcalde quiere recuperar la historia de los judíos del pueblo y convertirla en recurso turístico.
De momento, con la convocatoria de la consulta, ha logrado situar ya el foco mediático sobre el pueblo. No solo se han fijado en esta historia los medios españoles. De la iniciativa se han hecho eco medios internacionales como el conocido diario israelí Haaretz, el digital estadounidense Huffington Post y el británico Daily Mail.
Ese mismo nombre, Matajudíos, originó en marzo un amplio revuelo en Argentina, donde reside la segunda mayor comunidad judía de América después de Estados Unidos.
La denuncia de un cliente de un supermercado que vio en el ticket de compra que quien le había atendido llevaba Matajudíos por apellido originó la polémica.
La Delegación de Asociaciones Israelitas de Argentina (DAIA) levantó la voz, criticando el uso de un término que supone «apología de un delito» y pidiendo a las autoridades su sustitución por otro, según relataron los medios locales en su día.
Si los vecinos de Castrillo Matajudíos optan por mayoría por cambiar el nombre del pueblo el 25 de mayo, las instituciones provinciales tendrán que refrendarlo. Y una vez lo haga el gobierno de Castilla y León, la región en la que se encuentra, Castrillo dejará de ser Matajudíos para siempre.