El PSOE se afana en evitar una rebelión en sus filas

Paula de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

El comité regional del PSN se pronunciará el jueves tras celebrar una ronda de contactos con otros partidos

04 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

«Debería ser [Yolanda] Barcina la que desbloqueara la situación. El PSN hace lo que debe, una ronda de contactos para analizar la situación con todos menos con Bildu», argumentó el secretario de Organización del PSOE. Eso, la dimisión voluntaria de la presidenta navarra, acabaría con un problema que quita el sueño a la dirección del principal partido de la oposición desde hace dos semanas, pero ella misma dejó claro que no tiene la intención de dar ese paso.

El ansia con el que los socialistas buscan un gesto -a su juicio, ético- por parte de la jefa del Gobierno foral no hace sino demostrar lo atrapados que se sienten. Si ceden a los deseos de su federación en Navarra y avalan una moción de censura, algo que, aseguran, no pasará, el PP se les echará encima con un mensaje demoledor de que no le duelen prendas en usar los votos de Bildu para hacerse con el poder; aunque el líder de los socialistas navarros, Roberto Jiménez, asegure que solo quiere convocar elecciones. Si no lo hace, se arriesga a la irrelevancia en un territorio en el que ya perdió posiciones tras el veto de Madrid a un pacto de legislatura con Nafarroa Bai en el 2007.

El jueves, el comité regional del PSN dirá la última palabra. Y en la ejecutiva federal trabajan contrarreloj para trabar acuerdos y evitar un respaldo masivo a la moción de censura. «De momento, las posiciones están muy enfrentadas», admite un miembro del equipo de Alfredo Pérez Rubalcaba. «Es -ilustra otro dirigente- como elegir entre lo malo y lo peor».

En público, la cautela es máxima. Los socialistas navarros se sumieron en el mutismo tras la ejecutiva extraordinaria del sábado en la que acordaron abrir una ronda de contactos con las fuerzas políticas de la oposición, excepto Bildu, para forzar un adelanto electoral. A ella se aferró ayer el secretario de Organización. «Vamos a respetar esa ronda de contactos y vamos a ver qué sale de ahí», pidió con insistencia. «Es cuestión de días», dijo.

Tan medido estuvo que ni siquiera negó que vaya a haber moción, ni se aventuró en posibilidades como que sea Izquierda Unida la que presente candidato con el compromiso de, en dos meses, convocar elecciones. Tampoco sucumbió a la tentación de recordar que el PP ha sellado acuerdos con Bildu en varios ayuntamientos de Navarra. Su argumento fue otro. «No nos podemos olvidar que es un caso de corrupción», adujo.