Que la política no estropee la recuperación

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Cada líder empresarial consultado concuerda con que las cosas van lentamente a mejor

16 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Cada líder empresarial consultado concuerda con que las cosas van lentamente a mejor. En lo que va de año lo han dicho, entre otros, Francisco González, del BBVA, Emilio Botín del Banco de Santander, y ahora César Alierta de Telefónica. En el coloquio Invertir en Aragón, una gran oportunidad, Alierta explicó que «España es el único país del mundo por debajo del grupo de cien millones de habitantes que tiene un mercado natural de mil millones de consumidores a su alcance: quinientos en Europa y quinientos en América». Que sepamos aprovecharlo, es cosa nuestra -de empresarios y profesionales- pero también de la política.

Ese es el riesgo hoy. Que esas perspectivas de recuperación, que van mejorando tímidamente cada semana, no queden truncadas por la inestabilidad política que asoma por varios frentes: en Cataluña por el proceso soberanista que parece, si no contenido, algo menos ruidoso últimamente, sobre todo por el cambio en la dirección del periódico La Vanguardia, que ha tenido algún efecto balsámico en la política catalana; en la dialéctica política en el Congreso por el grave incidente de Ceuta, en el que se repelió con contundencia una oleada de inmigrantes que pretendían entrar en España a nado, con resultado de varios muertos. Ayer aparecieron otros dos ahogados. Hasta la Unión Europea ha criticado el exceso policial y en el Gobierno han aparecido algunas contradicciones públicas entre el ministro del Interior y la vicepresidenta. Los socialistas creen haber encontrado unos pequeños frentes de los que obtener alguna ventaja a partir de los errores de algunos ministros del Ejecutivo -Wert, Ruiz-Gallardón, Soria o Fernández Díaz- sumados a la abulia del residente para tomar algunas determinaciones. Por fin ha designado candidato en Andalucía, Moreno Díaz, barcelonés e hijo de jornaleros, con poca experiencia política, presentado como la esperanza blanca del PP andaluz.

Pero el PSOE no contaba con el inesperado culebrón navarro. A partir del estallido de un posible caso de corrupción -ya determinará su gravedad la comisión de investigación y la Justicia- ha surgido la amenaza de elecciones anticipadas. O por dimisión de la actual presidenta, Yolanda Barcina, que ya ha dicho que no se va a menos que la echen, o por una moción de censura que anunció el secretario socialista Roberto Jiménez, con incomodidad de una parte de los dirigentes socialistas en Madrid. Un destacado miembro de la Ejecutiva Federal lo resumía así: «Comisión de investigación, luz verde porque puede ser un asunto serio, pero anunciar una moción de censura es claramente innecesario». Pero se anunció. Y para que salga adelante necesita del acuerdo de varias fuerzas políticas, entre ellas Bildu. Y a Rubalcaba, que empieza a estabilizar ligeramente su posición gracias a su perseverancia, a la estabilidad que aporta Susana Díaz en Andalucía y a su implicación como «hombre de Estado» en el problema catalán, le viene francamente mal ahora el espectro de una negociación en Navarra con Bildu. La extrema derecha mediática, que fiel a su estilo desconoce el rigor y los tiempos, ya titula: «El PSOE y ETA, a por Navarra». Es una falsedad, pero siempre hay quien está dispuesto a creerlo. Como antídoto, uno de los dirigentes nacionales afirma: «Veremos qué sale de la comisión de investigación, pero descartamos totalmente cualquier posibilidad de pacto con Bildu». Rotundo.

Solo faltaba esto. El banquero Francisco González lo advirtió: «Es tan frágil la recuperación que cualquier ruido es desaconsejable». Pues que la política guarde los truenos para los sanfermines del final de la crisis y que no asuste ahora a los turistas inversores. Lucha contra la corrupción, sin tregua. Politiqueos, abstenerse.

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