«Entorno de prudencia». Esa fue la expresión utilizada ayer por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, para justificar el hecho de que el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, mantenga reuniones secretas con diferentes líderes políticos de cuyo contenido y resultados no se informa a la opinión pública, ni siquiera después de haberse celebrado. La última de estas citas opacas es la que celebró Rajoy el pasado martes con el lendakari Íñigo Urkullu. Según la número dos del Gobierno, existen «determinadas tareas y reuniones» en las que es necesario ese entorno de prudencia para que puedan «fructificar», sin que ello suponga menosprecio a la ley de transparencia que se ha aprobado recientemente. «A veces esas reuniones aconsejan que se hagan en un determinado entorno que permita, si es posible, llegar a acuerdos que, cuando se materializan en determinadas actuaciones, por supuesto que se comunican a los medios y a los ciudadanos», afirmó Sáenz de Santamaría, que añadió que después de esos encuentros «en la medida de lo posible todo se conoce y también se informa».