Susana Díaz advierte de que las primarias no arreglan todos los problemas del PSOE

Paula de las Heras MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Afirma que deben hacer mucho más para recuperar la confianza ciudadana

30 ene 2014 . Actualizado a las 11:52 h.

La presidenta de Andalucía, Susana Díaz lanzó ayer en Madrid una advertencia que Alfredo Pérez Rubalcaba jamás se habría podido permitir en un contexto como el que vive el primer partido de la oposición: «Las primarias no son la panacea, son un gran instrumento, pero no la solución a los problemas de los socialistas». Lo piensa de verdad y lo dice allá donde va. Sus palabras reflejan por un lado el vértigo a una fórmula que aún está por explorar y, por otro, la noción, también compartida por la cúpula del partido, de que al PSOE aún le queda mucho por hacer si quiere recuperar la confianza de los ciudadanos

La federación andaluza, hasta hace unos meses con José Antonio Griñán y ahora con la política sevillana al frente, siempre ha mirado con cierta prevención las prisas mostradas por algunos barones y personalidades del partido para embarcarse en un proceso que puede provocar gran inestabilidad interna. Su planteamiento, en síntesis, era el de que, puestos a ser rompedores, se intentara una voladura controlada. Ejerció así de dique frente a los cíclicos ataques de nervios que han sacudido a la formación a la vista de un liderazgo interno debilitado. Y solo pasada la conferencia política de noviembre, cuando Rubalcaba pudo gritar aquello de «El PSOE ha vuelto», abrió las compuertas.

Ahora, la poderosa Susana Díaz tiene poco margen para intervenir en la campaña que pasadas las elecciones europeas de mayo abrirán los aspirantes de su partido a la presidencia del Gobierno. O eso cree la mayoría de los dirigentes. Si en el 38.ª Congreso se mojó por Carme Chacón, ahora muchos afirman que ya no apoya a la exministra y que, en todo caso, se mantendrá a un lado. Pero tiene otro modo de influir, como creadora de opinión, y en su advertencia de que las primarias no son la solución está implícito el mensaje de que el proyecto ha de contar tanto como la cara.

De momento, juega a la neutralidad. El pasado sábado afirmó que Patxi López podría ser «lo que él quiera». Y lo mismo repitió ayer del líder de los socialistas castellano-manchegos, Emiliano García-Page.