En cuanto al tráfico de llamadas con Pamies, el inspector ha manifestado que el día anterior recibió una llamada de su superior para que se trasladara al día siguiente hasta Irún sin concretar el objeto de su viaje y que entonces comunicó a otros compañeros que se ausentaría de un curso de conducción de 4x4 en el que tenía previsto participar en Santander. «Pamies me dijo que ya me iría diciendo», ha añadido.
A primera hora de la mañana del 4 de mayo partió hacia Irún y se comunicó con quien fuera jefe superior del País Vasco para pedirle consejo de como llegar a aquella zona. Aunque desconoce si estuvo cerca de las inmediaciones de Gazteluzar, donde se ubica el domicilio de Elosua, Ballesteros ha asegurado que no preguntó a ninguna mujer sobre el paradero del bar Faisán. «No pregunto nada a nadie», ha dicho. El equipo investigador mantiene que uno de los autores del soplo preguntó a Avelina Llanos, mujer de Elosua, por la dirección del establecimiento y luego se trasladó hasta allí para entregar el teléfono desde el que se hizo la delación.
Ballesteros, entonces destinado en la lucha antiterrorista, ha negado haber informado a Pamies de que sus teléfonos estuvieran pinchados y ha indicado que ese día intentó hablar varias veces con él porque hacerlo con el jefe superior era «bastante complicado». Antes del día en que se produjo la delación, se reunía puntualmente con él para mantenerle informado de las operaciones contra el terrorismo islámico. «Las reuniones se producían una vez al mes», ha concluido Ballesteros, que se ha negado a responder a las preguntas de las acusaciones populares ejercidas por el PP, la AVT y Dignidad y Justicia.