Un psicópata malvado, un lobo con piel de cordero

ESPAÑA

23 jun 2013 . Actualizado a las 14:39 h.

Vicente Garrido traza un perfil del acusado en una obra que lleva como título el enigma que la policía trata de resolver y que José Bretón solo estuvo cerca de confesar en un interrogatorio: «Dentro de comisaría el responsable de la investigación, Serafín Castro, se sienta frente él. «José, ¿qué has hecho con los niños, dónde están?». Bretón responde: «Este es mi secreto, no se lo puedo decir, entiéndame, es mi secreto»».

A diferencia de lo que muchos creen, la teoría de Garrido parte de la premisa de que este exmilitar no controla sus impulsos, sino que es incapaz de enfrentarse a los problemas. «Vive para no sufrir, para no ser contrariado: sus manías y obsesiones son rituales que le permiten mantener bajo control -no perfecto, pero al menos el suficiente- su angustia, su amenaza percibida de que él es un perfecto incompetente para crear una relación emocional auténtica y significativa. Por ello, lejos de esforzarse él por cambiar, por mejorar para poder abrirse a la realidad emocional de una mujer y una familia, obliga a esta a que se amolde y respete sus rituales, a costa de atemorizar a los niños y huir del encuentro afectivo; su deseo de no verse contaminado por los gérmenes y de no salirse de la trayectoria de su vida mezquina lo lleva, en consecuencia, a crear unos vínculos basados en la exigencia de que se respete su mundo, evitando así que este hombre se abra a la realidad de los demás y los pueda apreciar como seres valiosos capaces de otorgarle amor y un sentido a la vida».

«Mejor imposible» en malvado

Hay una equivalencia, aunque inversa, con el personaje que interpreta Jack Nicholson en Mejor imposible: «Mientras que intuimos que el personaje que interpreta Nicholson tiene en verdad un buen corazón que ha sido sepultado por una soledad autoimpuesta para poder vivir de acuerdo con sus manías y no verse asaltado por una ansiedad devoradora -en forma de ser contaminado-, lo que nos produce un mayor asombro es descubrir que Bretón, justamente, no lo tiene, o peor aún, que está lleno de maldad, porque él nunca quiso a sus hijos, primer insulto a la condición humana».

¿Y qué clase de persona mata a dos niños pequeños e indefensos?: «Para vengarse de su mujer no hace sino empeorar las cosas, puesto que no hay razón alguna para matar a los hijos, pero lo último todavía es más oneroso y deleznable, porque revela una catadura moral propia de los hombres más perversos y detestables. Nuestra respuesta a esa cuestión fue también respondida por la psicóloga que atendió a Ruth en el Instituto de la Mujer y por los propios investigadores, quienes calificaron a Bretón como un psicópata, un lobo con piel de cordero».