Wert, cercado por las críticas

David Valera / Colpisa

ESPAÑA

Atlas

Los silbidos en el Teatro Real o en la final de la ACB muestran el aislamiento del ministro, al que solo le quedael apoyo del Gobierno

22 jun 2013 . Actualizado a las 22:11 h.

Aislado. Solo con sus formas y reformas. Una soledad que se agiganta al ritmo que crecen sus críticos. Así se encuentra el ministro José Ignacio Wert. Cada semana que pasa la oposición en torno a su política y su figura se incrementa hasta abarcar amplios espectros de sus tres carteras -Educación, Cultura y Deporte-. Ya no son solo los sindicatos de la enseñanza, la plataforma en defensa de la Escuela Pública, los rectores o los políticos de la oposición, sino las propias comunidades del PP las que recelan del nuevo sistema de becas.

No se trata de manifestaciones del Sindicato de Estudiantes o de movimientos sociales como el 15M, sino los alumnos con mejores notas académicas los que le niegan el saludo ataviados con las reivindicativas camisetas verdes al recoger un premio por su excelencia. No son los etiquetados actores «de la ceja» en una tensa ceremonia de los Goya quienes claman contra el aumento del IVA cultural, sino el selecto público del Teatro Real el que expresa idénticas quejas. Wert no se puede refugiar ya ni en el deporte, tradicional válvula de escape para los políticos, donde los aficionados, como ocurrió en la final de la ACB, también se giran al palco a expresar su rechazo al ministro. Hasta ahora su fuerte carácter ha sido suficiente para navegar por las aguas turbulentas. «Soy como un toro bravo. Me crezco en el castigo», dijo al poco de llegar al cargo.

Sin embargo, la contrariedad de su rostro ante los silbidos del Teatro Real ponen en cuarentena aquella afirmación. Wert es el ministro peor valorado por los españoles según el CIS. Y esa estadística ha empezado a plasmarse en el día a día del político con protestas en cada acto que preside. Solo le queda el apoyo del Gobierno, que se afana en defenderle.

«El sistema (educativo) no funciona, hay que cambiarlo», insiste la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. «El ministro de Educación tiene encomendada una de las misiones más importantes de este Gobierno. Y no es fácil, pero hay que hacerlo», dijo la también portavoz del Ejecutivo unas semanas antes al aprobar la reforma educativa.

Las críticas que más preocupan en Moncloa son las procedentes de las comunidades autónomas gobernadas por el PP. Si la Lomce ya suscitó algunas dudas, el nuevo sistema de becas, que contempla un endurecimiento de los requisitos académicos para acceder a las ayudas -un 6 para Bachillerato y un 5,5 para Formación Profesional-, ha llevado las reticencias a las declaraciones públicas. «Queremos que se suavicen los niveles de exigencias de notas», expresó la consejera de Extremadura, la popular Trinidad Nogales, al término de la conferencia sectorial el miércoles pasado. Su compañero de partido y consejero de Castilla y León, Juan José Mateos, también puso en duda la equidad de la medida. «Las calificaciones no dependen solo del esfuerzo del alumno, sino de los profesores y del centro».

En aquella reunión tomaron la palabra tres comunidades -cada una de un signo político distinto incluyendo el PP- y todas mostraron sus reparos. En sus intervenciones alertaron del riesgo de que unas exigencias muy elevadas en Bachillerato «expulsaran» a los estudiantes del sistema educativo y les condenase a engordar las abultadas cifras de paro juvenil.

El ministro no tuvo más remedio que reconocer una discusión «viva» y «profunda» y comprometerse a «revisar» los requisitos académicos en el Bachillerato.

Desde Génova no quiere oír ni hablar de rebelión interna contra el ministro. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, llamó ayer a los líderes regionales a defender la reforma educativa que garantiza «una educación de calidad y para todos». También anunció una campaña nacional en los medios para apoyar la norma y explicarla a estudiantes, padres y profesores.

Pero la educación no es el único frente que Wert tiene abierto. El mundo de la cultura está en pie de guerra por elevar de un 8% a un 21% el IVA de los espectáculos culturales. «Estás matando a la cultura», le espetaron en el Teatro Real. La Academia de Cine le ha pedido revocar la medida ante la caída del 45% de espectadores y del 50% de la recaudación en el último año. Wert reconoce los problemas, pero no cambia de política.

La mayoría absoluta garantiza sus reformas. Fuera de ella solo escucha pitos y abucheos.