Pascual Sala: «El Estado de las autonomías está hoy en desacreditación»

Julio Á. Fariñas REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

«Es indudable que la Constitución necesita remiendos», advierte el presidente del Constitucional, que el próximo domingo agota su mandato

02 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Pascual Sala abrió el viernes las jornadas jurídicas que desde hace siete años organiza en Sarria el magistrado emérito del Supremo Román García Varela. Fue tal vez el último acto público del veterano jurista valenciano como presidente del Constitucional (TC). El próximo domingo concluye su mandato.

-Salvo imprevistos, el Consejo del Poder Judicial ya está en condiciones de elegir a los dos representantes que le corresponden en el Constitucional, y parece que lo hará en plazo.

-El Consejo siempre ha estado dentro de plazo. El Gobierno solo se retrasó cuando estaba en funciones. Como hoy no se da esa circunstancia, Consejo y Gobierno están en condiciones de cumplir, y yo tengo la convicción de que lo harán.

-Los problemas para renovar el TC, ¿se solucionan con alargar el mandato de los miembros electos por las Cámaras?

-Prorrogar el mandato es una necesidad para no interrumpir el tribunal, lo que hay que hacer es cumplir exactamente con los criterios que fija directamente la Constitución. Regular esa posibilidad de retraso supone legalizarla o, por lo menos, hacerla factible, y esa es una solución manifiestamente contraria a la Constitución. Si la ley orgánica en fase de tramitación faculta esto, debe ser modificada.

-Acaba su mandato en el TC. ¿Cómo lo halló y cómo lo deja?

-El TC es un órgano que tiene grandes problemas no exclusivamente jurídicos, porque resuelve problemas de dimensión política indudable, con repercusión tanto política como mediática, pero lo hace con criterios jurídico-constitucionales. Por eso a veces sus decisiones no son comprendidas. El tribunal que encontré como presidente ha tenido que resolver recursos muy importantes y controvertidos, y preferentes, como la impugnación del Estatuto catalán, que provocó un considerable retraso en otras cuestiones. En materia de amparo, gracias a una reforma legal (esta sí, bien hecha), el tribunal se ha puesto prácticamente al día. En inconstitucionalidad, sobre todo, en conflictos de competencias entre Estado y autonomías, se ha procurado, pero no se logró.

-¿Llegan demasiados temas que se podían resolver por otras vías?

-Sí, y es legítimo que así sea, pero no cabe duda de que si hubiese acuerdo político, en muchos temas el TC no entraría. Pero estamos para lo que estamos y cumplimos nuestra obligación.

-En medio siglo de privilegiada carrera ha pasado por todos los altos cargos judiciales del país.

-El privilegio no es tanto ser presidente del Supremo o el Constitucional, como ser miembro de estas instituciones. Me permitió ver los problemas desde la colegiación. Compartir, discutir criterios y, si puede ser, sacar mayorías que conciten una solución razonable, dentro de la ley. Mi experiencia ha sido escuchar, dejarse convencer, convencer.

-Para algunos, la Constitución es un traje que precisa remiendos.

-Es indudable que necesita remiendos, especialmente en el título octavo. El Estado de las autonomías es un problema abierto en la Constitución. Falta dejar claro cuáles son las competencias del Estado y las de las comunidades. El TC desde 1981 está intentando cerrar el modelo sentencia a sentencia; y a golpe de sentencia no se puede, ya que examina un caso concreto y no puede dictar normas generales, sustituir al constituyente. Hay más reformas pendientes, como el Senado, que se afrontará con el consenso necesario.

-Hay tensiones entre las autonomías y el Estado...

-Eso es el título octavo, que se puede cerrar. España se convirtió en 1978 en un Estado compuesto que está hoy en desacreditación. Hay que apelar a la vigencia de los Estatutos. Yo dije, y tuve críticas, que el Estatuto catalán está en vigor porque la sentencia del TC no fue anulatoria, sino una simple interpretación, por tanto, es un Estatuto vivo y validado por el pueblo catalán en el 2006, pero da la sensación de que está olvidado.

-¿Va este Estado federal de hecho camino del de derecho?

-El Estado de las autonomías es un estado compuesto, como es el federal. Si se delimitan bien las competencias, se le puede llamar como se quiera. El Estado federal tiene muchas modalidades: el de EE.UU. no se parece en nada al alemán. Es el contenido lo que determina la naturaleza de las instituciones, no el nominalismo. Todo eso solo requiere un consenso político.

-Los juicios no pueden ser un culebrón televisivo... ¿Cómo se puede compaginar eso con el derecho a la información?

-Soy contrario a los juicios paralelos. El Constitucional ha defendido siempre el derecho a la información y a la libertad de expresión, más que ninguno en del mundo. Tenemos la doctrina más progresista en esta materia. Pero los juicios paralelos deben evitarse con una información ponderada y exhaustiva de los órganos judiciales y una discriminación clara entre lo que debe ser secreto y lo que no.

«Soy jurista, lo he sido toda mi vida»

El relevo pilla a Sala con 78 años cumplidos. En octubre celebrará las bodas de oro como juez. ¿Y después? «Soy un jurista, lo he sido toda mi vida», dice. Y no se plantea un retiro en sentido estricto. «Sigo en activo mentalmente. Continuaré escribiendo, sobre todo, en mi especialidad, contencioso-administrativo; participaré en cursos... Ese es mi propósito, no jubilarme, sin un plan preestablecido».