Feijoo se ve una víctima y niega haber dado contratos a Dorado

M. Cheda SANTIAGO / LA VOZ

ESPAÑA

Álvaro Ballesteros

Cree «irrelevantes» sus fotos con el narco porque no hay «nada ilegal»

02 abr 2013 . Actualizado a las 12:27 h.

Hay una mano negra, van claramente a por él; pero no lograrán amedrentarlo, que cambie su modo de ser, de pensar, de manifestarse. O al menos eso dice. La difusión, este domingo en el periódico El País, de unas fotografías de hace 18 años en las que aparece con Marcial Dorado, en prisión desde el 2003 por narcotráfico, sirvieron ayer al presidente de la Xunta para presentarse ante la opinión pública como víctima de una supuesta conspiración cuyos muñidores y cooperadores necesarios, sin embargo, no se avino a identificar. «Si quisiera hacer una acusación explícita con nombres y apellidos -adujo Alberto Núñez Feijoo- la hubiera hecho». No obstante, en rueda de prensa, sí instó a consultar «hemerotecas y diarios de sesiones» donde figuran «insinuaciones insidiosas que tienen que ver» con las polémicas imágenes. En sede parlamentaria, tanto el 9 de junio del 2010 como el 17 de febrero del 2011, el secretario xeral del PSdeG, Pachi Vázquez, había vinculado de alguna manera al jefe del Ejecutivo autónomo con el tráfico de estupefacientes. «Andan aí, aí», había llegado a afirmar en la segunda de ambas ocasiones. Se lio.

Tras intervenir, inusualmente valiéndose de un guion y a puerta cerrada, ante los diputados de su grupo en la Cámara gallega por espacio de 25 minutos, el mandatario popular se plantó delante de una treintena de periodistas para, «con la conciencia muy tranquila», ofrecer unas explicaciones que anoche todavía no tenía del todo claro si reiteraría o no la próxima semana, en comparecencia especial, dentro del hemiciclo. Sabiéndose bajo el foco de España, arrancó titubeante, si bien acabó sereno, siempre en castellano.

En ese marco, sostuvo Feijoo que las instantáneas en cuestión le parecen «irrelevantes», por extemporáneas y dado que no muestran «nada ilegal». Alegó eso y también que a Dorado, sí, lo trató «a partir del 94 o del 95», cuando él era el número dos de una Consellería de Sanidade que dirigía José Manuel Romay Beccaría. Pero que nunca los unió «una amistad estrecha ni ancha, ni tampoco una relación directa», sino un nexo «de ocio» que contribuyó a tejer el exchófer de la Administración Manuel Cruz, ya fallecido. En 1998, cuando el hoy líder del PPdeG supo, «a través de un medio de comunicación», que el arousano «tenía una causa pendiente de contrabando», la cosa «se enfrió». La última vez que coincidieron, precisó, fue en el funeral del citado Cruz, quien se mató en la AP-9 a las 4.45 horas del 5 de agosto de 1999.

¿De verdad que el presidente ignoraba en qué andaba metido Dorado en aquellos años? «Cuando lo conocí, no sabía nada sobre su pasado ni sobre su actividad; ni a qué se dedicaba ni en qué podía estar involucrado», espetó. Una «torpeza», una «ingenuidad» haberlo tratado, no haberlo investigado por sí mismo y sí fiado de lo que terceras personas le reportaban, agregó, para luego sentenciar: «Nunca adjudiqué, ni firmé, ni concedí ningún contrato a ninguna empresa relativa» al narco encarcelado.