El BNG inicia hoy otra etapa para frenar el declive del nacionalismo

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ESPAÑA

Xavier Vence dirigirá el relanzamiento de un proyecto que acentúa el soberanismo

17 mar 2013 . Actualizado a las 11:19 h.

Catorce meses después de la fractura de Amio, que supuso la ruptura del proyecto nacionalista nacido en Riazor tres décadas antes, el Bloque emprenderá hoy un nuevo rumbo con el objetivo de recuperar parte del apoyo social perdido y frenar la pérdida de representación institucional que sufre de forma ininterrumpida desde el año 2000. Un reto que dificulta la confluencia de muchos factores: una crisis que deslegitima los partidos que han tocado el poder, el menor arraigo del nacionalismo en Galicia y la resurrección de Beiras, asociado ahora a la izquierda estatal, y que ha canalizado el voto joven y descontento, el mismo que convirtió al Bloque en segunda fuerza en la década de los noventa.

En un contexto tan adverso, que ha colocado al nacionalismo ante su momento más difícil en décadas, la hoja de ruta trazada por el frente para relanzar el proyecto del BNG se asienta en varios pilares: lograr la cohesión interna, cambiar el modo de trabajar en la sociedad, izar la bandera del soberanismo como única alternativa para salir de la crisis e iniciar la construcción de puentes para reunificar el nacionalismo a medio plazo.

Una estrategia que liderará el economista Xavier Vence, que hoy será elegido portavoz nacional, con una dirección en la que ganan peso los independientes, pero en la que la Unión do Povo Galego (UPG), el partido mayoritario, sigue manteniendo el control. Sin embargo, algunas cosas han cambiado en el BNG desde las autonómicas.

El proceso de debate interno, por vez primera, en un gesto sin precedentes, se abrió a ciudadanos y simpatizantes en las asambleas comarcales; la autocrítica sobre los errores propios del BNG desplazó en parte a la tendencia a colocar los males en factores exógenos a la organización. Y sobre todo, el frente coloca al mando del timón a un perfil menos moldeable y que exigirá un margen de maniobra.

El carisma político de Vence es a día de hoy una incógnita, por estrenarse en un puesto de esta envergadura, pero a su favor juega una buena formación y el hecho de ser un rostro nuevo, no sometido al desgaste de la vida pública en tiempos de crisis y de creciente desafección ciudadana hacia la política.

El catedrático cumple también con otra característica que buscaba el BNG, y la UPG, el partido hegemónico: un militante independiente, bien relacionado con otros sectores escindidos, y capaz de emprender la ardua y difícil tarea de recomponer la unidad del nacionalismo, ya sea bajo un mismo paraguas, hecho difícil a corto plazo, o bajo una misma estrategia de acción política.

Con la asamblea de hoy, el BNG busca poner el contador a cero. Y proyectar por fin ante la sociedad una imagen de unidad y cohesión interna. Solo la corriente de Carlos Aymerich, Abrente, ha mostrado públicamente su oposición al rumbo emprendido por el frente. Y ha rechazado formar parte de la candidatura, pese a los intentos del propio Vence por integrarlos.

El propio Aymerich abandonará su escaño de diputado el lunes, concluida la asamblea, lo que deja en una posición interna más difícil a los militantes, algunos de ellos alcaldes, que integran su corriente y que decidieron permanecer junto a él en el BNG tras la asamblea de Amio, justo el camino contrario por el que apostó la mayoría de Máis Galiza, la fuerza que entonces lideraba.

Con muchos de los suyos embarcados en Compromiso por Galicia, Aymerich carecía de la fuerza precisa para lanzar un pulso interno con garantías, capaz de visualizar una alternativa. Nada de lo que ocurra hoy en Santiago se asemejará a lo acontecido en Amio en enero del 2012, cuando el BNG quedó partido en dos mitades. Con el guion totalmente escrito, hoy saldrá un Bloque unido, aunque más pequeño. Y con el soberanismo como bandera.