La agencia Método 3, punta del iceberg de una trama de espionaje a políticos, jueces, empresarios y famosos

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

La policía habla de cientos de dosieres

17 feb 2013 . Actualizado a las 10:50 h.

Hubo un tiempo no lejano en que Cataluña vivía ensimismada y miraba con cierta perplejidad el clima de bronca continua entre PP y PSOE en Madrid. A comienzos de siglo se hablaba del oasis catalán. Pero un buen día hace ocho años, el entonces presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, soltó en el Parlamento la célebre acusación: «Ustedes [CiU] tienen un problema que se llama 3 %». El oasis se tornó en espejismo.

Lo que parecía un vergel del buen hacer se convirtió en un territorio áspero y la Cataluña idílica que pintaban los nacionalistas no era tan distinta al resto de España. Afloraron casos de corrupción y nombres como Palau, Pallerols, Pretoria, Mercurio, Clotilde, ITV, Pujol Ferrusola, cuentas suizas... se hicieron habituales. No hay trimestre en que no se destape uno nuevo y la sospecha se ha extendido sobre CiU y PSC, los que han tenido mayores cuotas de poder.

Para completar el panorama desolador, ahora trasciende que estos partidos se dedicaban a espiarse. El sainete, según definió el consejero Francesc Homs, pareció un capítulo de Mortadelo y Filemón. Pero según avanzaba, pasó del tebeo a la novela negra. El epicentro se sitúa en la agencia de detectives Método 3, que durante años ha espiado a políticos, empresarios, jueces, fiscales, famosos, directivos del Barça. La policía habla de cientos de dosieres: el expresidente catalán Montilla, el exvicepresidente Carod-Rovira, el comisario europeo Almunia, el presidente madrileño Ignacio González, el expresidente manchego Barreda, el exlíder de la CEOE Díaz Ferrán, Tita Cervera...

Quién los encargó debe determinarlo un juez, pero hay teorías para todos los gustos. Desde que eran pedidos por los partidos para el chantaje hasta que era la propia agencia la que trabajaba de oficio y luego ofrecía la información. Método 3 asegura que sus registros quedaron destruidos en junio en una inundación de las oficinas. Ahora la empresa quebró y la policía teme que pueda haber informes sensibles circulando en el mercado en busca del mejor postor.