El ya exdiputado y el presidente de Caja Navarra llevaban dos años enfrentados

Pablo Ojer PAMPLONA / COLPISA

ESPAÑA

11 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El propio presidente de Caja Navarra (CAN), José Antonio Asiáin, lo reconocía ayer mismo: «Santiago Cervera ha sido una persona con la que he tenido una relación normal hasta hace un tiempo; él ha sido quien decidió romper la relación y sobrepasar los límites de lo razonable con sus críticas». Asiáin mostró su sorpresa ayer por que Cervera no denunciara ni hablara con nadie del anónimo que había recibido, lo que contrapuso a su decisión de acudir inmediatamente a la Guardia Civil cuando recibió, el pasado miércoles, el correo en el que se le exigían los 25.000 euros.

Críticas a la gestión

El enfrentamiento entre ambos se había agudizado en los dos últimos años, con el desmantelamiento de Caja Navarra. Durante el proceso de integración en Banca Cívica y la posterior absorción por parte de Caixa Bank, el diputado del PP ha sido muy crítico con la gestión de la entidad financiera. Cervera siempre criticó la politización de Caja Navarra y los errores que, a su juicio, se cometieron al diluirla en Banca Cívica y las gestiones para que saliera a Bolsa, como obligó el Banco de España. En marzo del 2011, los consejeros que pertenecían entonces a Caja Navarra firmaron un artículo periodístico en el que se defendían y acusaban a Cervera, sin nombrarlo, de instigar una campaña previa a las elecciones municipales y autonómicas contra Caja Navarra. Al frente de aquel grupo de articulistas estaba el propio José Antonio Asiáin, ya entonces presidente de la entidad financiera.

El diputado del Partido Popular continuó con sus críticas y acusó a UPN y al Partido Socialista de Navarra (ambos gobernaban en coalición en la comunidad foral) de mantener a toda costa el control sobre la entidad y de colocar a sus afines en el consejo de administración. Cervera fue más allá en sus opiniones al afirmar en el pasado abril que le preocupaba «la enfermedad subyacente en una sociedad en la que determinados entramados de intereses han impedido que se pudiera hacer algo para evitar un expolio por la vía de la interesada politización, como ha ocurrido a la vista de todos». El enfrentamiento era total y a cara de perro.