Alfonso Rueda, el fulgurante ascenso del delfín en la sombra

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

ESPAÑA

03 dic 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Cuando Xesús Palmou lo promocionó ante Feijoo, a finales del 2005, dijo que Alfonso Rueda (Pontevedra, 1968) estaba llamado a ser una pieza clave en la reconstrucción del PP gallego, pues conocía como muy pocos la vida orgánica del partido. Era cierto, porque a diferencia de Palmou o Feijoo, que se hicieron el carné del PP ya con 40 años, Rueda maduró militando en Nuevas Generaciones y se crio en una familia en la que se hablaba de política antes de que él empezara a hablar.

Es hijo del exsenador José Antonio Rueda Crespo, fallecido a principios de este año, pariente muy cercano de Fernando Garrido Valenzuela, conselleiro con Albor, e incluso sobrino nieto del combativo galleguista Ramón de Valenzuela (1914-1980), encarcelado y torturado tras el alzamiento de 1936 y que evitó el pelotón de fusilamiento cuando prometió ingresar como voluntario en el Ejército franquista, pese a que cuando lo enviaron al frente lo primero que hizo fue pasarse al bando republicano y, tras ser derrotado, se pasó a Francia a plantarle cara al nazismo.

Si Ramón levantara la cabeza puede que le diera un soponcio al comprobar la progresión política de quien hoy se convertirá en vicepresidente de la Xunta, como reconocimiento al trabajo hecho en la renovación del partido y la coordinación de las dos campañas electorales que apuntalaron a Feijoo en Monte Pío.

Pendiente del escaño

A Rueda, casado y con dos hijas, Feijoo le da el título para seguir haciendo lo que ya hizo en la anterior legislatura, que es coordinar transversalmente el Gobierno autónomo o presidir las reuniones del Ejecutivo en ausencia del presidente. En los próximos día se verá si además de hacerlo más visible como número dos del Ejecutivo, lo señala también como delfín en el PP permitiéndole compatibilizar su puesto en el Gobierno con el escaño en el Parlamento. En todo caso, Rueda ya es un delfín en la sombra, el problema es que Feijoo no se muestra muy proclive a alimentar ahora mismo este tipo de especulaciones. «Hay Feijoo para rato», acostumbra a decir Rueda cuando se le pregunta, quizás con ánimo de ahogar este debate.

De Rueda dice algún adversario interno que, cuando militaba en Nuevas Generaciones, era de los más limitados de la formación juvenil. Posiblemente eso no le haga justicia a quien entregó buena parte de su vida a la organización del partido para devolverlo al poder en un tiempo récord, dejando aparcada su carrera de secretario municipal, cargo que ejerció en el Concello de Cambados y también en el de A Cañiza, municipio en el que este pontevedrés de buena familia, de esas familias que frecuentan el Casino, se lanzó a hablar con fluidez el gallego, que hizo suyo con la misma determinación que se fue empapando con el inglés.

Trilingüe a efectos prácticos, amante de su familia y aficionado al senderismo, Alfonso Rueda abre hoy con su nombramiento como vicepresidente una nueva etapa en su vida. Con el tiempo puede conducirlo a todo. O a nada. Pero ni aun así perderá su buen humor, que lo tiene, por mucho que la oposición lo vea como el hombre más rígido de la derecha gallega.