La mayoría absoluta del PP estaba garantizada en el hemiciclo, pero no en en la tribuna de invitados. Aún así, los populares también fueron mayoría en el gallinero del Parlamento. Algo menos por la mañana, cuando se produjo el incidente con las despedidas de Agader y también había miembros del sector pesquero de Marín que clamaban contra la política de Mar. Pero en bajito, y no los echaron de la sala. Sin emitir ni palabra ni lloro, la estrella entre los espectadores fue Carmela, la hija de ocho meses de la diputada de AGE Yolanda Díaz, que hasta durmió acunada por su padre. «É boísima», presumía luego la madre.
Cuando se paró para comer solo los diputados del BNG se quedaron en bloque en el Parlamento. Nobleza obliga, se supone. Por aquello de hacer honor al nombre comieron todos juntos en la cafetería del Parlamento. En la normal, porque en el nuevo restaurante VIP no había ni un alma. También se quedaron un grupito de socialistas entre los que estaban Francisco Caamaño, José Luis Méndez Romeu y Marisol Soneira, que admitía bandeja en mano que se había vestido bien para la ocasión y que a partir de ahora, por ser vicepresidenta segunda de la Cámara, «terei que pensar cinco minutos máis cada día que me poño».
La mesa más grande era la del PP, aunque el grupo estaba formado casi por completo por exdiputados, aunque trufado con el portavoz, Pedro Puy, y la número tres del PPdeG, Marta Rodríguez Arias.
La sesión de tarde se desarrolló sin sorpresas. Mayoría absolutísima del PP en la tribuna. Ningún peso pesado quiso perderse el abrazo poselección de Feijoo. Ahí estuvieron los presidentes de las diputaciones de Pontevedra y Ourense, Rafael Louzán y José Luis Baltar, el presidente del PP lugués, Xosé Manuel Barreiro, y los alcaldes Carlos Negreira (A Coruña), Xosé Crespo (Lalín) y Ángel Currás (Santiago), entre otros. El reelegido presidente dio dos abrazos más especiales. Uno al expresidente Fernández Albor y otro a su madre, de la que dijo que es «unha gran analista política».
la otra cara del pleno