Aznar revela en sus memorias que eligió a Rajoy como sucesor tras el doble rechazo de Rato

La Voz / Efe

ESPAÑA

«Memorias I», el primer volumen de sus memorias, se presentará el próximo 26 de noviembre

17 nov 2012 . Actualizado a las 18:54 h.

«Creo que tú eres la persona adecuada». Estas fueron las palabras con las que el expresidente del Gobierno, José María Aznar, comunicó a Mariano Rajoy que sería su sucesor. Fue en el transcurso de una reunión en su despacho el 29 de agosto del 2003. Pero la decisión estaba tomada desde hacía algunos meses antes.

En noviembre del 2002 Aznar viajaba hacia XII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno que se celebraba en Republica Dominicana. El avión en el que viajaba sufrió una avería «muy seria», situación ante la que decidió llamar al rey para decirle que, «si ocurría algo», en la cartera llevaba su cuaderno azul en el que estaba escrito el nombre de la persona que, a su juicio, «debía hacerse cargo de la situación». «No dije nada más. Como si fuese fácil encontrar los restos de un cuaderno azul en un avión siniestrado».

Estos son algunos de los detalles que revela el exjefe del Ejecutivo en el primer volumen de sus memorias, Memorias I,que la editorial Planeta publicará el próximo día 27 de noviembre.

En un prólogo titulado «Mi decisión más difícil», Aznar explica, junto a algunas de sus decisiones más controvertidas en sus ocho años de Gobierno (1996-2004), que fue la convicción de contribuir al fortalecimiento de las instituciones democráticas y de evitar la tentación de aferrarse al cargo lo que le llevó a no presentarse a las elecciones del 2004. Cuenta también que su decisión contó con la oposición de muchos dentro y fuera de España, y que incluso hubo quien le pidió que reconsiderase su postura (Clinton, Blair, Bush, Putin, pero también las víctimas de ETA, Suárez o Calvo Sotelo o Manuel Fraga).

A los otros dos candidatos, Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja, les expresó su aprecio y gratitud y les transmitió que en su decisión no pensó en nada más que en intentar servir al interés general de España. Según Aznar, ambos aceptaron y señalaron que colaborarían con Rajoy, aunque su respuesta «llevaba aparejada una cierta resignación», a la vez que -subraya- ya en aquel momento quiso dejar claro que se iba a hacer una «cesión completa»« de sus responsabilidades y que, desde entonces, su sucesor «debía hacer las cosas a su aire, a su manera».

«Si hubiese pensado que Rato iba a administrar mejor el desafío del nacionalismo, lo habría propuesto»

Aznar dedica parte de este prólogo a su relación y posterior distanciamiento con Rato y así relata episodios de amistad entre ambos y cómo éste le pidió durante un viaje en las navidades del 2000 que reconsidera su decisión de no presentarse y después le planteó objeciones concretas a su candidatura para sucederle.

Sin embargo, en el verano del 2003 Rato le anunció que había cambiado de opinión y que ahora sí quería ser el candidato del PP a las elecciones previstas para marzo de 2004. «'Tu me has dicho dos veces que no'. Y él respondió: 'Pero ahora te digo que sí'. No le contesté nada. Sólo tomé nota», explica Aznar, quien añade que el día que les anunció que el sucesor sería Rajoy quiso tener un gesto de deferencia hacia Rato y éste le volvió a decir: «Pues ahora hubiese querido».

La designación de Rajoy obligó a Rato a reflexionar sobre su futuro y a rehacer sus planes, centrando todos sus esfuerzos en el FMI, un puesto para el que Aznar pidió ayuda para respaldar la candidatura de su amigo a Bush, Chirac, Blair y Gerhard Schroeder. «Quizás por eso me costó comprender la posterior reacción de Rodrigo. Yo era consciente de su decepción ante el desenlace de la sucesión y sabía que, después de tantos años de amistad, nuestra relación ya no sería la misma. Sin embargo, no esperaba que Rodrigo pusiese una distancia tan grande desde tan pronto», añade.

Explica que la constatación de que se había abierto una «brecha» fue con motivo de la primera visita que Rato realizó a España como director gerente del FMI y en la que citó a una amplia representación del mundo político y económico español. «A mi no me llamó», lamenta el expresidente del Gobierno.

Tras explicar que la relación con Mayor Oreja fue más fácil y que éste era consciente de que tenía menos posibilidades, Aznar ensalza las virtudes de Rajoy, aunque reconoce que es el menos amigo suyo y es que en los años que han trabajado juntos ninguno ha descolgado el teléfono para decirle al otro «vamos el sábado a cenar».

Sin embargo, esa falta de cercanía personal no afectaba en nada a la valoración de Aznar sobre su capacidad política ya que su intención con la elección de Rajoy, según señala, era proporcionar al Gobierno «cierta continuidad política, con tranquilidad y sin sobresaltos» y «neutralizar el ataque de la izquierda y de los nacionalismos contra el entonces previsible tercer mandato del PP».

En un contexto en el que, argumenta, Pasqual Maragall no buscaba un buen acuerdo para Cataluña sino la «confrontación con el PP y su exclusión de la vida pública», pensó que la personalidad de Rajoy era «la más adecuada».

«Si hubiese pensado que Rato iba a administrar mejor el desafío del nacionalismo, lo habría propuesto», matiza.