Margallo atiza el fuego y compara el nacionalismo con el nazismo

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

El PSOE pide la reprobación del ministro Wert mientras el Gobierno advierte a Artur Mas de que la inestabilidad dificulta la financiación

12 oct 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El Gobierno dio ayer una de cal y una de arena en la polémica creada por las declaraciones del ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, en las que aseguró que la objetivo de la reforma educativa es «españolizar» a los alumnos catalanes. Mientras la vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, trató de rebajar el tono de esa afirmación asegurando que lo que busca el Gobierno es un «equilibrio» que permita que de las aulas salgan «españoles bien preparados y conocedores de la realidad española y de la de su comunidad autónoma», el titular de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, alimentó el enfrentamiento comparando el nacionalismo con el nazismo y el marxismo.

El ejemplo de Croacia

Durante una sesión en el Congreso dedicada en principio a ratificar la adhesión de Croacia a la UE, pero que ERC aprovechó para reivindicar la independencia de Cataluña, García-Margallo aseguró que en política existen los que consideran que el individuo «debe centrar toda nuestra atención» y los que «colocan el individuo al servicio de una idea abstracta, sea esta la clase en el marxismo, sea la raza en el nazismo o sea el nacionalismo al servicio de la nación absoluta». Poco antes, el diputado de ERC Joan Tardà había utilizado el ejemplo de Croacia para asegurar que «en los últimos cincuenta años casi cien Estados se han independizado y en ninguno de ellos se preveía en la Constitución del Estado madre tal posibilidad».

A pesar de lo dicho en el Congreso, el ministro negó posteriormente haber comparado el nacionalismo con el nazismo, lo que no impidió las protestas de la Generalitat de Cataluña. Su portavoz, Francesc Homs, dijo que «comparar el nacionalismo catalán con el nazismo o el marxismo, que fueron expresiones totalitarias que conllevaron no pocas muertes, es muy grave y no tiene justificación posible».

García-Margallo aseguró también durante el debate que la deriva independentista en Cataluña dificulta la financiación que el Gobierno necesita, entre otras cosas, según dijo, para ayudar a las comunidades autónomas como Cataluña. Y advirtió a los nacionalistas de que «fuera de Europa no hay salvación» ya que salir de la UE es «extraordinariamente fácil» pero entrar en ella es «extraordinariamente difícil». La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, insistió tras el Consejo de Ministros en el argumento de las consecuencias económicas de las reivindicaciones nacionalistas. «La estabilidad política también cotiza en bolsa y cuando se genera inestabilidad afecta a la financiación», señaló.

La nueva polémica creada por Garcia-Margallo no apagó la que creó Wert con sus declaraciones, tachadas ayer de «franquistas» por la Generalitat. El PSOE no se quedó en las críticas y pidió en el Congreso la reprobación del ministro, no solo por sus declaraciones sobre el deseo del Gobierno de Rajoy de «españolizar» a los alumnos catalanes sino por el conjunto de sus actuaciones.

Ernest Maragall deja el PSC

Lo cierto es que la polémica sobre el soberanismo afecta al propio PSC. Ernest Maragall, exconsejero y hermano del expresidente catalán Pasqual Maragall, anunció que abandona el partido para crear una nueva fuerza de izquierdas y soberanista. A un mes de la campaña electoral, todos los partidos catalanes son conscientes de que la polémica que el Gobierno se muestra incapaz de parar beneficia a los nacionalistas. Tanto que incluso el portavoz del PP en el Parlamento catalán, Enric Millo, admitió que las palabras de Wert «chirrían» en Cataluña.

Referendo en Escocia

En un tono más sosegado, Soraya Sáenz de Santamaría se refirió a quienes hacen paralelismos entre la decisión del Reino Unido de permitir un referendo sobre la independencia para Escocia y la intención de la Generalitat de convocar una consulta y afirmó que en Gran Bretaña se ha respetado el «entorno constitucional», ya que los escoceses admiten que la capacidad para autorizar un referendo reside en el Reino Unido y en su Parlamento.