Mariano Rajoy, 3 - Esperanza Aguirre, 1

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

23 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Pugna de personajes esta semana por las portadas, hasta con contraprogramación. Esperanza Aguirre dimitió por sorpresa el lunes. El rey quería enviar una carta pidiendo que «rememos todos en la misma dirección», pero esperó al martes porque Esperanza copó la atención. Lanzó la carta a través de la nueva web de la Casa Real el martes, pero a la hora de la siesta se murió el gran Santiago Carrillo, que acaparó las noticias hasta que Artur Mas fue el jueves a Madrid con las portadas del viernes ya garantizadas. Pocas semanas tienen tantas noticias de personalidades. Rajoy y Guindos vivieron sus días más tranquilos.

Lo de Esperanza, un bombazo. Se hablaba de que se iba a una embajada pero nadie sospechó, cuando convocaron en la Puerta del Sol «rueda de prensa urgente para hablar de política general», que sorprendería con su dimisión como presidenta de la comunidad y como diputada. Un periodista de una televisión que acudió allí precipitadamente, con ropa más bien playera, tuvo que requisar una americana a un viandante porque el calibre de la noticia exigía otro atuendo. A partir de ahí, especulaciones. Es verdad: Esperanza estuvo muy enferma el año pasado y fue un duro golpe que superó con entereza, pero han muerto dos amigas suyas hace muy poco, le han nacido dos nietos y se le viene encima la administración de la austeridad extrema con intensas movilizaciones de la enseñanza, la sanidad y el transporte, principalmente. «Es que el Gobierno ahoga a las autonomías y no ha hecho excepción con Madrid», sostiene el diputado Joan Coscubiela, de Iniciativa per Catalunya, uno de los parlamentarios-revelación de estas Cortes.

Todo habrá influido, pero también el resultado del reñido torneo que juega contra Mariano Rajoy desde hace cinco años. Primero su desafío, tras la derrota popular del 2008, a presidir el PP. Alentada por algunos medios de comunicación, creyó que podía ser la Thatcher española frente al discreto Rajoy, que terminó ganando el congreso por el 85 % de los votos. Ella, al final, ni se presentó. Un partido a cero. Después se jugó la vuelta en Caja Madrid. Esperanza se empeñó en poner de presidente a Ignacio González, al que ahora deja al frente de la comunidad, pero Rajoy se sacó a Rodrigo Rato de la manga, para su desgracia, y de nuevo le ganó. 2 a 0. Le quedaba aún a Esperanza la batalla de cerrar el paso a su odiado enemigo Ruiz Gallardón, al que en reuniones, ella y su entorno, denominaban habitualmente como «el hijoputa», tal como demuestran las grabaciones de la Cadena Ser. No lo quería como diputado porque podría ser investido presidente si a Rajoy le sucediera algo, pero Rajoy lo puso en la lista y lo nombró ministro. Tres partidos a cero.

Lo que sucede ahora, en el amargo ejercicio del poder, es la gestación de la cuarta victoria: el partido de la asfixia financiera. No esperó jugar el partido. Se retiró de improviso pero marcando a contragolpe: Ignacio González, presidente, contra el criterio de Rajoy y de Cospedal. 3 a 1, y final de la competición.

La especulación ahora es doble: ¿por qué se marchó de pronto Esperanza y qué tiene con Ignacio González para defenderlo a muerte siempre, a pesar de que anda relacionado con asuntos no muy prestigiosos, como el espionaje o la propiedad oscura de un ático de lujo en Marbella? Quizás haya que buscar más atrás, cuando Esperanza no ganó por mayoría absoluta en el 2003 y alguien se ocupó de que dos diputados socialistas le facilitaran su elección al tener que repetirse las elecciones. Quien sabe.

crónica política