La nueva generación de dirigentes de Convergència Democràtica de Catalunya abraza el soberanismo

Cristian Reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

25 mar 2012 . Actualizado a las 08:00 h.

Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), la principal fuerza política catalana, proclamará hoy a Oriol Pujol como nuevo secretario general en sustitución de Artur Mas, que será designado presidente. El partido fundado por Jordi Pujol en 1974 culmina así el relevo generacional en su cúpula y consagra un giro hacia el soberanismo, pero sin dejar la centralidad que le permite disfrutar ahora de la mayor cuota de poder de su historia, pues gobierna (con Unió) la Generalitat, la Diputación y el Ayuntamiento de Barcelona. Como ha hecho cuando ha estado en el Gobierno autonómico, o sea toda la democracia salvo los siete años de tripartito, Convergència se mueve entre dos aguas. Por un lado, nada arrastrada por lo que le pide su militancia y, por otro, por lo que le reclama la realidad del día a día de un partido de gobierno. Así, los dirigentes de CDC lo mismo tensan la cuerda y amenazan con la convocatoria de una consulta popular sobre el pacto fiscal o incluso con instar a la ciudadanía a no pagar sus impuestos en la Agencia Tributaria como van de la mano del PP en Madrid y el Parlament.

En ocasiones, hay mucho de electoralismo en su apuesta identitaria, pero también de cortina de humo, para tapar los recortes que están erosionando a Mas y para esconder, ante los suyos, los pactos con el PP. En todo caso, la apuesta soberanista de la nueva cúpula es firme y trata de construir una nación sin los complejos ni los miedos históricos de los antiguos dirigentes pujolistas. Y es que, buena parte de su militancia, los de carné, hace tiempo que exigen un acento que sitúe la independencia como el horizonte político del partido a corto o medio plazo. Frente a ello, subyace su condición de partido que sustenta un Gobierno y aspira a una mayoría social, un objetivo que obliga a CDC a ser más templada en lo identitario. «Convergència debe seguir siendo el partido de la gran mayoría de los catalanes», dijo Mas ayer, pero matizó: «Tenemos derecho a tener estructuras que nos garanticen nuestros sueños». La ponencia política del congreso hablaba de «la plena soberanía» como fin político, pero con las enmiendas se pasó a las aspiraciones al «Estado propio» o a la «independencia».

Artur Mas se despidió, sin embargo, como secretario general con un discurso en el que apeló a la moderación, jugó el papel institucional y fue más metafórico que nunca. «Navegamos rumbo a Ítaca», clamó.