En Andalucía le llaman el Gary Cooper del PSOE. Griñán afronta esta campaña solo ante el peligro. No solo ha renunciado a compartir cartel con Chaves, para no verse salpicado por los escándalos, sino que ni siquiera juega la baza de los Beatles, es decir, Felipe González y Alfonso Guerra, a los que Rubalcaba recurrió sin complejos en la campaña de las generales. Griñán, que alcanzó la presidencia de la Junta no en las urnas sino por designación, quiere reivindicarse y evitar hipotecas. O llega a la presidencia solo, como Gary Cooper, o se vuelve a casa sin deber nada a nadie.
Lo tiene difícil, pero no tira la toalla. «El PSOE ha ganado siempre a las encuestas, las hemos vencido en anteriores citas electorales en Andalucía y volveremos a ganar a los sondeos el día 25», asegura. Acaba de ser elegido presidente del PSOE, pero tiene claro su futuro tanto si consigue gobernar tras el 25-M como si fracasa en el intento. «Estaré donde mi partido me pida que esté, si es presidiendo el PSOE como ahora, presidiendo; y si es como secretario general del PSOE-A, también. Pero ahora mismo no contemplo otra posibilidad que la de seguir siendo presidente de la Junta de Andalucía», dice.
No a cualquier precio
La campaña está siendo dura, pero, incluso en caso de ganar, el futuro no se presenta fácil para Griñán, que quedaría aislado como el único presidente autonómico que ha rechazado el objetivo de déficit marcado por el Gobierno. «No compartimos la obsesión de Rajoy por el déficit cero ni su ordeno y mando a la hora de repartir los sacrificios. Si apostamos por el déficit cero, acabaremos teniendo un país cero, señala.
Respecto a si cumplirá lo acordado o se declarará insumiso, explica que está de acuerdo con el 5,8 % previsto para España en el 2012. «Pero totalmente en contra de la distribución de sacrificios que Rajoy ha impuesto para alcanzar ese déficit. Nos oponemos a que el déficit sea la coartada para dinamitar el Estado de bienestar», añade. No cree que las andaluzas sean un plebiscito sobre las reformas de Rajoy, aunque afirma los ciudadanos son libres para discernir qué es lo que les conviene. «Sacrificios en época de crisis, todos; pero no a cualquier precio», concluye.