Jaume Matas, el ministro que hizo mutis en plena crisis del «Prestige»

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño REDACCIÓN

ESPAÑA

20 mar 2012 . Actualizado a las 14:50 h.

«Yo no soy el futuro del PP de Baleares». Cuando pronunció esta frase después de perder la presidencia de las islas en mayo del 2007, Matas ignoraba que iniciaba un descenso a los infiernos que lo ha llevado a sentarse en el banquillo, acusado de gravísimos delitos, a ser condenado, a perder la militancia y el apoyo del PP.

A Jaume Matas Palou (Palma de Mallorca, 1956) no le ha servido de nada su amistad con Aznar, que lo nombró ministro tras perder la presidencia de Baleares, ni su relación con Rajoy, con quien compartió veraneo y paseos en barco por la bahía mallorquina. Esa relación se rompió porque el líder del PP se tomó muy mal el portazo de Matas en el 2007, a pesar de que le pidió que siguiera un tiempo al frente para renovar el partido. Tres años después, su implicación en casos de corrupción está a punto de llevar a la cárcel a este hombre exquisito en las formas, de trato cordial, pero con un desmesurado gusto por el lujo.

Aunque procedente de una familia de republicanos socialistas, Matas entró en política en 1989 de la mano del ex presidente del Gobierno balear por el PP Gabriel Cañellas, que dimitió implicado también en un caso de corrupción. Esa renuncia lo aupó a la presidencia de Baleares desde 1996 a 1999, cuando el socialista Francesc Antich se hizo con el Gobierno. Pero Aznar siguió confiando en él y lo nombró ministro de Medio Ambiente para relanzar su candidatura de cara a las siguientes elecciones autonómicas. Una estrategia acertada, ya que recuperó la presidencia balear en el 2003. Matas era el responsable de Medio Ambiente cuando se hundió el Prestige, y en plena crisis se fue de vacaciones a Doñana. Ante su inacción, fue Rajoy quien asumió la responsabilidad y dio la cara por el naufragio.

De regreso en el Gobierno balear, comenzó a tejer una tupida red de intereses económicos que son los lo llevaron al banquillo y, probablemente, a la cárcel. Tras dejar la presidencia, ni él ni su mujer se recataron a la hora de hacer ostentación de unos ingresos que no correspondían con su sueldo. Su paso por la empresa privada en Estados Unidos fue solo una huida hacia adelante antes de afrontar su calvario judicial.