Cambiar la pista antes de estrenarla

Manuel Costoya
manuel costoya REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Un error en el diseño obliga a reformar el aeropuerto de castellón, que costó 150 millones

15 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

El aeropuerto de Castellón no tiene aviones, pero es un saco sin fondo de consumir recursos públicos y acumular despropósitos. El último, una pista mal diseñada en la zona donde los aparatos deben realizar el giro para iniciar el despegue. Incumple los requisitos establecidos por la Agencia Estatal de Seguridad, por lo que será necesaria una reforma en profundidad con un coste que no ha sido cuantificado, pero que se prevé elevado. Así lo reconoció el hasta ahora presidente de la promotora pública de este aeródromo, Carlos Fabra, líder del PP en Castellón, y que se sentará próximamente en el banquillo, acusado de cometer un delito de fraude fiscal.

El también expresidente de la Diputación castellonense fue el principal impulsor de un proyecto iniciado hace más de una década y que llegó a su cénit en marzo del 2011, cuando el propio Fabra lograba el más difícil todavía al inaugurar un aeropuerto sin aviones, en el que se habían invertido 150 millones de euros. «Hay quien dice que estamos locos -argumentó entonces-; no han entendido nada. Durante mes y medio cualquier ciudadano que lo desee podrá visitar esta terminal o caminar por las pistas de aterrizaje, algo que no podrían hacer si fueran a despegar o a aterrizar aviones. Es un aeropuerto para las personas».

Casi un año después sigue siendo, como afirmaba Fabra, solo un aeródromo para las personas. No está operativo ni hay previsiones reales de que pueda estarlo, como se ponía de manifiesto en la reunión de ayer del consejo de administración de la sociedad pública creada para gestionar este aeródromo (Aerocas), donde se tomaron también otras decisiones. La primera fue rebajar a 55.000 euros el sueldo de su director, Juan García Sala, que ganaba hasta la fecha 84.000 euros anuales, más que el presidente del Gobierno y de la Generalitat valenciana. El segundo acuerdo fue la contratación de la seguridad privada del aeropuerto que, pese a estar cerrado, mantiene las instalaciones con vigilancia, además de los servicios de control aéreo de un aeródromo que, a pesar de las inversiones, sigue sin contar con las infraestructuras ni los permisos necesarios para desarrollar una actividad comercial con vuelos regulares.

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