Condenar a Garzón socavaría la independencia judicial, dice el fiscal

julio á. fariñas REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

El procesado concluyó afirmando que su conciencia está tranquila

09 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Casi tres años después de haber admitido la querella presentada contra él por el sindicato ultraderechista Manos Limpias, el Tribunal Supremo ha dejado ayer visto para sentencia el segundo juicio contra Baltasar Garzón por un presunto delito de prevaricación judicial, por el que está suspendido de sus funciones como juez desde mediados de mayo del 2010. Un tribunal de siete magistrados presidido por el ex fiscal general del Estado Carlos Granados tendrá que decidir si lo condena a 20 años de inhabilitación -petición que mantuvieron en sus conclusiones definitivas las dos acusaciones populares- o si atiende los alegatos finales de su defensa y de la Fiscalía, que coincidieron en solicitar su libre absolución.

El fiscal Luis Navajas empezó reivindicando la independencia e imparcialidad del Tribunal Supremo frente a las duras críticas de las que viene siendo objeto, tanto a nivel nacional como internacional, por los tres procesos incoados a este acusado.

Un caso «patético y ridículo»

Reconoció que Garzón no es un juez al uso y rechazó el intento de la acusación de equiparar los sucesos de Paracuellos -«algo puntual», precisó- con los que pretendía investigar Garzón -que se prolongaron durante años, insistió-. Navajas calificó de «patético y ridículo» que mientras una juez argentina esté investigando los crímenes franquistas en el país austral «aquí nos dediquemos a perseguir al juez que tuvo el atrevimiento de investigar hechos de extraordinaria gravedad».

Concluyó el fiscal diciendo que una hipotética condena a Baltasar Garzón en este juicio tendría un «efecto devastador», porque supondría una ruptura con la jurisprudencia del propio Tribunal Supremo y un atentado contra la independencia del Poder Judicial.

El informe del abogado que acusa en nombre de Manos Limpias y de Libertad e Identidad se centró en justificar la supuesta prevaricación en el hecho de que Garzón había rechazado en el año 1998 una querella por los fusilamientos de Paracuellos con unos criterios jurídicos que olvidó -«a sabiendas», anotó- para declararse competente en la causa de los crímenes del franquismo.

La defensa de Garzón denunció que la acusación haya introducido «por la puerta falsa» el tema de Paracuellos, excluido expresamente por el instructor.

El acusado, en su turno de última palabra, concluyó con una cita del filósofo Kant: «El tribunal del hombre es su conciencia, y la mía está tranquila».