Caruana, el azote del «Gibraltar, español»

EFE

ESPAÑA

Caruana, con cuatro mandatos a sus espaldas, abandona el cargo de ministro principal con el compromiso del Reino Unido de que no llegará a ningún acuerdo con España.

09 dic 2011 . Actualizado a las 11:55 h.

Peter Caruana dejará de ser el 'virrey' de Gibraltar después de quince años en el poder (1996-2011) en los que ha ejercido de freno de cualquier aspiración de España por dar pasos hacia la recuperación de la soberanía del Peñón, reforzando a la vez el autogobierno de la colonia con total lealtad a la Corona británica.

Caruana, con cuatro mandatos a sus espaldas, abandona el cargo de ministro principal con el compromiso del Reino Unido de que no llegará a ningún acuerdo con España sobre el dominio de la colonia sin el beneplácito de los gibraltareños.

Este empeño contribuyó a echar por tierra el acuerdo de cesión compartida del Peñón que pactó el Gobierno de José María Aznar con Londres en 2002.

Para reafirmar su autoridad, convocó un referéndum a final de ese año en el que el 98,9 por ciento de los habitantes de la colonia se pronunció en contra del pacto hispano-británico.

Fiel a su doctrina de que «el bilateralismo es historia», aprovechó la llegada del PSOE al poder en 2004 para abrir una nueva etapa en las relaciones con Madrid.

La creación del Foro de Diálogo dotó a Gibraltar del mismo rango que España y Reino Unido a la hora de tomar decisiones en favor de la población de un lado y otro de la Verja, quebrando el principio de «dos banderas, tres voces» que había presidido hasta entonces la interlocución entre los dos países en el llamado Proceso de Bruselas.

El marco de igualdad alcanzado en el Foro y la reforma de la Constitución en noviembre de 2006 que amplió el autogobierno de la colonia fortalecieron la reputación de Caruana.

Político astuto y de notable oratoria, hay quienes, de entre los del otro lado de la Verja que le han tratado, destacan a Efe su carácter «arrogante» y su comportamiento «esquivo» en el plano privado, así como sus dotes para embaucar en público.

Su capacidad de persuasión le permitió llevar al exministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos a Gibraltar en julio de 2009 para participar en una de las reuniones del foro tripartito, en la que fue la primera visita de un jefe de la diplomacia española a la colonia en los últimos tres siglos.

Desde lo alto de la Roca y con la prensa de testigo, Caruana le mostró los dominios terrestres y marítimos de la colonia entre apretones de manos y sonrisas.

Aquel gesto inédito le fortaleció ante los llanitos, aunque a la postre, representó el punto de inflexión que ha abocado al Foro de Diálogo a su fase terminal debido a su obsesión por ver reconocida la soberanía de Gibraltar sobre las aguas que lo rodean.

La simpatía que le brindó Moratinos se la retiró Trinidad Jiménez cuando le relevó en el cargo, sin que tuviera ningún encuentro con Caruana en el año que ha estado al frente de Exteriores.

Su defensa cerrada de los gibraltareños la ha acompañado con la subordinación a la Corona Británica desde que ganó en las urnas en 1996 a Joe Bossano, quien estuvo doce años en el poder.

La obediencia a Londres se hizo patente en episodios como el del submarino nuclear británico «Tireless», que permaneció durante varios meses anclado con una avería en el puerto de El Peñón entre 2000 y 2001.

A cambio de esta lealtad, el Reino Unido le ha arropado en los últimos años con algunas visitas de miembros de la Familia Real que suscitaron el malestar en el Gobierno español.

El último gesto de complicidad fue su invitación a la boda del príncipe Guillermo y Kate Middleton en abril de este año.

Nacido en la colonia hace 55 años, Caruana se graduó en Derecho en Londres, de donde volvió al Peñón para desarrollar en los años 80 su carrera como abogado experto en asuntos comerciales y marítimos.

Bajo las siglas del partido socialdemócrata, aunque de corte conservador, ejerció primero como líder de la oposición antes de hacerse con el poder en 1996.

Con holgura, revalidó su mandato en 2000 y 2003, al igual que en 2007, aunque en aquella ocasión con estrecho margen.