Rajoy acusa a Zapatero de dejar una herencia envenenada

Enrique Clemente Navarro
Enrique clemente MADRID / LA VOZ

ESPAÑA

El presidente se escuda en la crisis mundial y se responsabiliza del paro

22 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

No hubo concesiones ni guante blanco en la última intervención parlamentaria de José Luis Rodríguez Zapatero después de siete años y medio como presidente del Gobierno y 25 de diputado. «Señor presidente, deja usted una herencia envenenada», le espetó en la sesión de control del Congreso Mariano Rajoy, que ahondó en la herida todo lo que pudo. El líder del PP recordó las cifras más negras del balance del Ejecutivo: casi cinco millones de parados -2.452.000 millones más en la segunda legislatura-, una tasa de desempleo juvenil por encima del 45 % y más de 700.000 millones de euros de deuda -250.000 millones más desde el 2004.

Zapatero se defendió diciendo que Rajoy había obviado un «hecho fundamental», que el mundo, y especialmente la zona euro, había padecido la mayor crisis de los últimos 80 años. Argumentó que durante toda la legislatura su Gobierno se había dedicado a emprender un «combate durísimo» contra la «gravísima crisis», cuya consecuencia más negativa es la elevada tasa de paro. Aseguró que no podía sentirse satisfecho y que se consideraba responsable. Pero defendió su actuación para garantizar la consolidación fiscal que «evitará males mayores», hacer las reformas estructurales «muy necesarias» y preservar al máximo la cohesión social, empezando por la protección de los parados. Para concluir su primera intervención recordó que en la anterior legislatura el paro registró la tasa más baja de la historia y que, por tanto, «habrá alguna circunstancia que explique las dificultades que hemos tenido».

En su réplica, un Rajoy ya en presidente se permitió enumerar las siete lecciones que había dejado la forma de gobernar de Zapatero. «No se puede decir no hay crisis, somos los mejores, los mejor preparados, nuestro sistema financiero es el mejor del mundo, hay que hacer un buen diagnóstico de la realidad y no engañar», fue su primer reproche. Le siguieron seis más: gobernar a base de ocurrencias, presumir de estar al mismo nivel de Alemania y jugar en la Champions League, equivocarse en las previsiones, gastar más de lo que tenía, no hacer reformas imprescindibles y gobernar a golpe de decreto ley. Se quedó sin tiempo y cuando se disponía a desear buena suerte a su adversario político, José Bono le cortó. Zapatero le agradeció irónicamente su «cortesía», expresó su «confianza plena en el futuro de este país» y contraatacó diciendo que «la inmensa mayoría de los ciudadanos quieren responsables políticos y líderes que ante todo ofrezcan algo y no solo ataquen».