Asturias aguarda el efecto Cascos

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

PSOE y PP esperan que se desinflen las expectativas del ex ministro

18 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La trayectoria de Francisco Álvarez Cascos sigue en cierta medida la estela de su maestro Fraga. Ambos fueron ministros y los dos buscaron en sus lugares patrios el último refugio político. Pero está claro que el ex presidente de la Xunta jamás hubiera optado por tirarse al monte -recurso arraigado en un territorio de maquis como Asturias- como hizo Cascos con su antiguo partido. Ahora se da la paradoja de que el PP asturiano, liderado en la sombra por el carismático alcalde de Oviedo Gabino de Lorenzo y con una candidata poco conocida, no tiene en el PSOE a su mayor enemigo, sino a la segunda gran escisión del PP asturiano, Foro Asturias, trece años después de que el ex presidente Sergio Marqués se rebelara precisamente contra Cascos y también fundara un partido regionalista -la URAS- que evolucionó al nacionalismo moderado de la mano del Partíu Asturianista (PAS) y que solo logró tres diputados en 1999.

Ahora Cascos retoma cierto mensaje nacionalista, una sensibilidad política minoritaria a pesar del hondo sentimiento identitario que hay en Asturias y que se acomodaba en un espacio electoral muy encogido y fraccionado. Esta opción tan solo logró representación parlamentaria en dos legislaturas -de la mano del PAS- y en las últimas solo estuvo presente en la Junta General gracias a la coalición de Izquierda Unida con Bloque por Asturies.

Cascos termina sus mítines con el himno asturiano, se refiere a Asturias como país y se refugia en la Ilustración asturiana -especialmente en Jovellanos- para vender un liberalismo clásico combinado con un cartel político de gente «capaz» que trabaja «a tres turnos», un remedo de aquellos carteles que Fomento colocaba en sus obras en Asturias para dar sensación de celeridad. Todo esto se combina con el fichaje de jóvenes nacionalistas bregados en la reivindicación lingüística del bable, profesionales de prestigio en distintos sectores y algunos mensajes obvios que tratan de levantar la moral de un territorio agazapado desde las reconversiones de los ochenta. «Asturias tiene algo único en el mundo: los asturianos», suele decir.

PSOE y PP coinciden a menudo en criticar este tufillo «populista» del envoltorio electoral de Foro Asturias, reflejado en autodefiniciones del tipo «somos gente del pueblo para el pueblo». La estrategia de la candidata del PP, Isabel Pérez Espinosa, es atribuir a su competencia casquista «intereses personales» y prevenir contra el aislamiento que supondría para Asturias quedarse al margen de la ola de cambio favorable al PP.

Una vez descartada la continuidad del presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, y después de que Madrid cerrara la puerta a la candidatura casquista en el PP, la otra gran paradoja es que los candidatos de los dos principales partidos son mucho menos conocidos que Cascos, a pesar de que el último sondeo del CIS no incluía al candidato de Foro Asturias en las tablas de valoración. Javier Fernández, un hombre del aparato socialista enraizado en el aún poderoso sindicato minero SOMA-UGT, es un desconocido para cerca de un 25% de potenciales electores. En el caso de Pérez Espinosa el porcentaje es del 21,3%.

Nadie duda de que Foro Asturias entrará en el Parlamento asturiano, pero tanto el PP como el PSOE, a los que han amenazado con levantar la alfombra de la corrupción, esperan que se desinflen las altas expectativas que ha generado.