Menos de 24 horas después del seísmo, los expertos de emergencias, que se afanaban en poner en marcha con la mayor rapidez posible la red asistencial básica para las víctimas, ya tenían un diagnóstico claro de cuál sería el mayor riesgo de esta tragedia: que los damnificados que no pueden volver a sus casas, especialmente la población inmigrante, acaben cronificando esa situación y convirtiéndose en refugiados.
Así lo explicaba el coordinador provincial de la Cruz Roja de Almería, Francisco Vicente. «Hay mucha población inmigrante y el riesgo es que esto [el asentamiento en el campamento improvisado en el Huerto de la Rueda] se cronifique porque son los más vulnerables: no pueden regresar a sus viviendas, pero tampoco tienen red social de apoyo, ni pueden irse a la casa de la playa o pagarse un hotel», constataba.
Idéntica valoración hizo ayer el presidente de Murcia, Ramón Luis Valcárcel. Para acelerar la vuelta a la normalidad y, sobre todo, para comenzar a aligerar los campamentos instalados en el recinto ferial, pidió a los miles de lorquinos cuyas viviendas han sido calificadas como habitables que regresen a ellas. Se trata de evitar que los campamentos provisionales se conviertan en recintos de refugiados.
La ministra de la Secretaría Nacional del Migrante de Ecuador, Lorena Escudero, llegó ayer a España para atender la emergencia vivida por los ciudadanos ecuatorianos afectados por el terremoto. Los ecuatorianos suponen el 10% de la población total de la ciudad. Escudero dijo que según el registro que han elaborado, hay unos 2.000 en los campamentos, y que su Gobierno incluso les ha ofrecido la posibilidad de ser repatriados de forma voluntaria.