Diez mil trabajadores del sector público tomaron ayer en Barcelona la plaza de Sant Jaume, frente al Palau de la Generalitat, para exigir la dimisión del consejero Boi Ruiz y el fin de los recortes en salud y educación, en la primera gran protesta contra la política del Gobierno de Artur Mas, que prevé rebajar en 1.000 millones de euros el gasto sanitario.
Los 10.000, según la Guardia Urbana, desbordaron las previsiones y dejaron pequeña la plaza y las calles adyacentes, donde, en actitud reivindicativa, no dejaron de hacer sonar los silbatos y las sirenas para mostrar su rechazo frontal a la política de recortes que está adoptando el Gobierno catalán para contener el déficit de la Generalitat. Los dirigentes de UGT, José María Álvarez, y de CC.OO., Joan Carles Gallego, convocantes de la protesta, declararon que Mas debe entender ahora que los ciudadanos no aceptan los recortes, porque hay otras alternativas, y advirtieron de que todos los servicios que se dejen perder ahora no se recuperarán nunca. «Si Mas no toma nota y sigue anclado en la prepotencia, sin consultar, las protestas continuarán», amenazó Álvarez, que al igual que Gallego insistió en quejarse de que por una parte se recorten servicios básicos y por otra se rebajen impuestos a las clases más favorecidas, en referencia a la supresión del impuesto de sucesiones.
Por su parte, el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad pidió un informe a la Generalitat sobre las medidas que piensa llevar a cabo para reducir el gasto sanitario en Cataluña. Así lo anunció la ministra Leire Pajín, que reiteró que prefiere «el ahorro y la eficiencia a los recortes».