El líder del PP, molesto con el tópico de su afición a la hamaca

Antonio Montilla MADRID / COLPISA

ESPAÑA

Afirma que solo ha librado tres de los últimos veinte fines de semana

30 ene 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Qué fue primero, el huevo o la gallina. Pues lo mismo pasa con Mariano Rajoy y el sofá. Nadie puede afirmar qué fue primero, si las viñetas que muestran al líder de la oposición tumbado en un diván o fumando puros, o las críticas de sus rivales por esa supuesta indolencia. Lo cierto es que dibujos y reproches se retroalimentan. Se sabía que esta asociación molesta a la dirección del PP. Más novedoso ha resultado que el propio Rajoy respondiera a esta acusación. «Como todo el mundo sabe, los humoristas no están en posesión de la verdad», acotó tajante en una reciente entrevista.

El presidente del PP se ha dado a la tarea de recuperar una perdida fama de trabajador, asegurando que en el 2010 recorrió 53.000 kilómetros para participar en actos de su partido. También enfatizó que en los últimos cinco meses solo ha disfrutado de tres fines de semana de asueto. Pese a esa actividad, el PSOE hurga en esa imagen con perlas como las que suelta Manuel Chaves: «Rajoy no ganará las elecciones tirado en el diván, fumando un puro», suele espetar. La realidad documentada es que Rajoy hizo frente en el 2010 a una copiosa agenda, con una media de 1,8 actos al día.

¿Cómo es un día cualquiera del líder opositor? Rajoy, durante la convención que el PP celebró el pasado fin de semana en Sevilla, contó que se levanta a las siete y hace una hora de deporte. Desayuna con su esposa e hijos, y a las nueve llega a Génova, siempre que no tenga que ir al Congreso o no sea el invitado de un desayuno informativo o un foro económico, muy habituales en su agenda. Recibe a las visitas previstas y se reúne con los miembros de la dirección nacional. Los almuerzos son de trabajo y las tardes están reservadas para el partido. Le gusta cenar en su domicilio, al que suele llegar sobre las diez de la noche. Y, a esta hora sí, es momento para el sofá.

Pero la imagen de Rajoy en el sofá cala, al menos entre los socialistas. «Rajoy se fuma un puro esperando que España vaya peor», ataca Leire Pajín.