Desencuentros Cataluña-Galicia

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente BARCELONA/ENVIADO ESPECIAL.

ESPAÑA

Las alusiones despectivas de Montilla, las descalificaciones de Corbacho, las multas lingüísticas y el descontento con el tripartito enturbian las relaciones

29 nov 2010 . Actualizado a las 12:13 h.

Las estadísticas dicen que 83.000 gallegos de nacimiento viven en Cataluña, 37.000 de ellos en Barcelona, a los que hay que añadir los hijos, los nietos e incluso los bisnietos. Su integración es, en líneas generales, buena, según coinciden los dos máximos representantes de las asociaciones gallegas en Cataluña, Ernesto Lagarón y Luis Lamas, y otras fuentes consultadas.

Pero en los últimos tiempos se han producido algunos desencuentros que han causado alarma entre la comunidad gallega. Por un lado, coincidieron en solo unos días la descalificación de Celestino Corbacho a los gallegos, a los que llamó «fachas», según la versión de Lagarón, y la alusión despectiva del presidente José Montilla, cuando aplicó a CiU el eterno tópico que dice que no sabe si suben o si bajan. Por otro, están las multas lingüísticas, de las que tampoco se han librado los comerciantes gallegos. Esto ha hecho crecer el descontento con el tripartito, lo que les pasará factura, sobre todo al PSC, según dichas fuentes, que auguran que en esta ocasión CiU pescará más votos gallegos para forzar el cambio. Además, la crisis ha hecho que se reduzcan drásticamente las subvenciones a los centros gallegos, a los que solo pertenecen unas 4.000 personas.

Población mayor

La ola de emigración más fuerte a Cataluña tuvo lugar en los años sesenta, por lo que la mayoría de los gallegos están jubilados o a punto de hacerlo, con un alto porcentaje de mayores de 70 años. Hay empresarios de éxito, propietarios de negocios de hostelería y también muchos taxistas y obreros. Solo en Barcelona funcionan más de 500 establecimientos gallegos, entre restaurantes, marisquerías y pulperías.

Hay muchas cosas que unen a estas «dos comunidades históricas, la lengua, el carácter emprendedor y la proyección exterior», señala Lagarón. Este está convencido de que con Artur Mas mejoraría el trato económico a las entidades gallegas. «Me prometió que la ayuda será como mínimo igual que en la época de Pujol e incluso intentará mejorarla, porque es consciente de que los centros regionales pueden ayudar a mejorar la mala imagen de Cataluña en otras autonomías», afirma. Significativamente, ni Lagarón ni Lamas hablan catalán y dicen que eso no los ha perjudicado, al igual que mantienen otros empresarios gallegos de éxito.