El PSOE se desliga del resultado electoral de los socialistas catalanes

Paula de las Heras MADRID/COLPISA.

ESPAÑA

Teme que una bajísima participación provoque una debacle de la que quiere responsabilizar en exclusiva a Montilla

23 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El PSOE ha decidido ponerse a cubierto ante la más que probable derrota electoral del PSC. Lo que le suceda al partido hermano, dicen ahora los socialistas, será consecuencia de su gestión al frente de la Generalitat y de la decisión de José Montilla de reeditar su alianza de Gobierno con los independentistas de ERC y los ecologistas de ICV. Poco más. Esta vez no están dispuestos a cargar con el peso de unas decisiones con las que, en muchas ocasiones, ni siquiera han comulgado, por más que los socialistas catalanes achaquen buena parte de la apatía que acogota a sus electores a la crisis económica y, sobre todo, a la respuesta dada por Zapatero.

Lo dejó caer el propio Montilla cuando dijo que todos, también el presidente del Gobierno, tendrán que «tomar nota» de lo que ocurra el próximo domingo. Zapatero, que analizó en la reunión de ayer con la ejecutiva de su partido la marcha de la campaña electoral, no quiso responder de manera pública al dardo lanzado por Montilla, pero el portavoz de los socialistas, Marcelino Iglesias, lo hizo por él. Nada de repartir la derrota: «La repercusión, la responsabilidad y el efecto» de las elecciones, dijo, se quedarán en Cataluña.

«Todo el mundo va a sacar conclusiones -admitió después-, pero estoy convencido de que los catalanes van a votar sabiendo que lo que eligen es un Gobierno para Cataluña, porque el electorado es cada vez más preciso, más consciente de lo que se decide en cada tipo de convocatoria».

Tanta prevención no es casual. Los datos internos que manejan los socialistas apuntan a una bajísima participación electoral, quizá por debajo del 50%, y eso redunda en un pobre resultado para el PSC. Es cierto, en todo caso, que el comportamiento de los votantes socialistas es muy variable en función de si lo que se dirimen son unas autonómicas, unas municipales o unas generales. De hecho, si hace cuatro años el PSC rozó los 800.000 votos, en las locales subió a algo más de 900.000 y, en las generales, aupado por el voto útil, llegó a los 1,6 millones. Pero de ahí no cabe colegir que un descalabro del PSC -partido autónomo que, como remarcan los dirigentes del PSOE, «decide por sí solo sus candidatos, sus campañas y hasta sus alianzas de Gobierno»- pueda resultar indiferente a Ferraz.

Impacto futuro

En la dirección socialista admiten a puerta cerrada que lo que ocurra el 28-N tendrá su impacto en los comicios del próximo mayo y ahí la lectura nacional sí que será rotunda. La implicación de los pesos pesados del PSOE en la contienda catalana está siendo, de hecho, total. Es cierto que Zapatero estuvo a punto de suspender su participación en el mitin del domingo en Lérida y que solo el grito de alerta lanzado por el PSC logró frenar su ausencia, pero tanto el número dos del partido y ministro de Fomento, José Blanco, como el vicepresidente, Alfredo Rubalcaba; el ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, y el secretario de Organización, Marcelino Iglesias, se han prodigado en los actos del PSC.

Ahora en el PSOE se vanaglorian de que ha sido Zapatero quien ha logrado que el líder de CiU, Artur Mas, celebre un debate televisado a dos con José Montilla. El dirigente nacionalista, dicen, cedió por los ácidos comentarios del presidente del Gobierno en el acto del domingo. «Hemos conseguido uno de los objetivos que se buscaban -señaló Iglesias-, porque uno de los problemas que teníamos es que aún hay un porcentaje alto de personas que no han decidido si ir a votar y, en este tipo de casos, los estímulos son importantes».