Los recelos del PP sobre Batasuna amenazan el pacto antiterrorista

R. Gorriarán? / ?A. Torices MADRID/COLPISA.

ESPAÑA

El partido de Rajoy advierte que en ningún caso tolerará que los radicales concurran a las elecciones locales

31 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«Ayer mismo por la tarde hablé con el PP y lo hago casi todos los días». Alfredo Pérez Rubalcaba está empeñado en demostrar que el consenso con el partido opositor en la lucha contra ETA va como la seda, pero el pacto antiterrorista está a punto de romper sus costuras. El vicepresidente y ministro del Interior solo lamenta que haya mucho ruido y un exceso declarativo en torno a los movimientos de la izquierda aberzale porque, según afirma, en el fondo no pasa nada. No lo ve así el PP, que sí cree que pasan cosas y, a su juicio, no buenas.

El partido que lidera Mariano Rajoy tiene la mosca en la oreja, no ya por lo que pueda hacer Batasuna o ETA, sino por lo que hacen los socialistas, tanto los vascos como los que están en el Gobierno. Los populares temen que Zapatero haya caído en la tentación de apuntarse en el tramo final de la legislatura el tanto que no logró en la anterior, el del final de ETA. El análisis del PP es que el jefe del Ejecutivo ha asumido que la superación de la crisis económica es incierta y que en las elecciones del 2012, a lo sumo, se estará en la senda de la recuperación, pero en ningún caso en una etapa de bonanza. Perdida esa baza, el final del terrorismo no es un mal naipe.

Los populares no tienen la certeza de que los socialistas no se hayan reunido con Batasuna, aunque sí que la tienen de que el presidente del Partido Socialista de Euskadi, Jesús Eguiguren, nunca ha dejado de charlar con miembros de este mundo, una vez que su interlocutor habitual, Arnaldo Otegi, entró en prisión. Lo que preocupa en el PP es que las conversaciones con los náufragos de Batasuna se institucionalicen con el PSE para pastelear una fórmula que permita a la izquierda aberzale participar en las elecciones del 22 de mayo. El PP no quiere oír hablar de esa posibilidad. El PP ve insuficiente la condena de la violencia o el desmarque inequívoco de la organización terrorista que el Gobierno exige a Batasuna para que retorne a la legalidad. Una discrepancia que puede convertir la convergencia antiterrorista de estos dos últimos años en divergencia total, con un regreso a las desabridas polémicas del proceso de paz del 2006 y la puesta en peligro del pacto de gobierno en el País Vasco.

El partido proscrito o cualquiera de sus derivadas no podrán estar en las urnas de las municipales, salvo que antes ETA abandone las armas definitivamente. Antonio Basagoiti, el líder en el País Vasco, llegó aún más lejos y lanzó una propuesta que ha calado en el PP. Pase lo que pase, el Estado debe someter a la nueva Batasuna a una cuarentena de cuatro años antes de dejarla presentar listas. Un período de seguridad para comprobar si su ruptura con la banda es real o una pose.