Montilla: «Soy catalanista y español»

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

La situación es límite y lo que se juega en las elecciones del 28 de noviembre es saber si la supremacía la tienen los que quieren desenchufar Cataluña de España

12 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Sin complejos porque la situación es límite, el presidente Montilla aprovechó el discurso de la fiesta nacional de Cataluña, ayer, para marcar posiciones frente a los independentistas. El todavía ministro Corbacho, que vuelve a Barcelona como refuerzo, lo tradujo más claro aún. «Lo que se juega el 28 de noviembre en las urnas es saber quién tendrá la supremacía, si los que quieren desenchufar Cataluña de España o los que quieren fortalecer Cataluña en el marco de España».

El jueves por la noche coincidieron en el Premio Novela Negra de RBA todos los presidentes vivos de la Generalitat: Pujol, Maragall y Montilla. Cordialidad en superficie pero tensión lógica de fondo. En un aparte, Montilla nos adelantó que pretende que de las elecciones catalanas se hable también en España y dibujó con rotundidad su posición: «Yo diré en la campaña aquí y fuera de aquí que me siento catalán y catalanista pero que también me siento español. Y que está en juego el que un nacido fuera de Cataluña siga siendo presidente de la Generalitat». Cuando se lea la frase más allá del Ebro hasta parecerá normal, pero en el ambiente postsentencia del Constitucional, declararse «también español» en Cataluña no es habitual y algunos lo considerarán hasta provocador. El verano, seguramente con la ayuda de la victoria española en el Mundial de Fútbol, ha moderado los ánimos y en las calles de Barcelona aparecieron muchas banderas españolas que convivieron pacíficamente con las senyeres que llamaban a la manifestación de julio.

En las encuestas la proporción de ciudadanos que aceptarían la independencia ha bajado en tres meses del 47 al 42 por ciento, pero sigue cerca de la mitad. En la intención de voto, antes Convergència ganaba por mayoría absoluta y ahora se queda cerca; Esquerra Republicana ahora baja bastante y antes se desplomaba; Laporta sería diputado si pacta con Reagrupament, escisión más independentista aún de Esquerra; pero el profesor Julián Santamaría no descarta que entre en el Parlament incluso sin pactar. «Es que su notoriedad es el 90 por ciento, como la de Montilla y Mas», comenta Jaume Collboni, el joven director de campaña, valor en alza socialista.

¿Y el PSC? Estaba muy bajo antes del verano en intención de voto y sigue ahí sin despegar por lo que Montilla se ha dado 80 días más antes de ir a las urnas. «El PSC es la primera víctima de esa fractura entre Cataluña y España de la que levantó acta la sentencia del Constitucional», sostiene el sociólogo Manuel Castells. Para este profesor, durante tres décadas, el pacto PSC-PSOE articuló la sociedad catalana y establecía, con la moderación del pujolismo, el clima de estabilidad que ha disfrutado el país. Ahora casi nadie es moderado y la factura de los errores del tripartito, y algunos excesos estéticos, se pasan al cobro del PSC en dos ventanillas: en el electorado más catalanista y en el que sintoniza más con el PSOE. Se diría que Montilla quiere recuperar el segundo, que habitualmente se queda en casa sin votar en las autonómicas como si no fuera con ellos. Si se votara hoy, el PSC obtendría menos votos que nunca. Dentro de ochenta días, no se puede dar la vuelta al mundo electoral, pero sí mejorar la foto final.

Entretanto, fuera de Cataluña el PP asturiano se prepara para la «guerra civil casquista» con el ex vicepresidente empeñado en ser candidato y en las escuelas debería modificarse alguna cantilena. Donde se decía «Valencia tiene tres» -Castellón, Valencia y Alicante-, podría decirse «Valencia tiene tres: Fabra, Camps y Ripoll», los tres líderes populares con serios problemas judiciales. Rajoy no se pone al teléfono.

En Madrid, mientras Trinidad Jiménez recupera algunas expectativas, José Blanco se esfuerza por explicar el cambio de rumbo del Gobierno: «La primera legislatura fue la de extensión de derechos y la segunda la de las reformas estructurales». Lo contó bien esta semana al auditorio más numeroso que se recuerda en el Foro de Nueva Economía. «La transformación de imagen de este hombre es digna de estudio», comentó una empresaria asistente. Para otro, «los vicepresidentes de facto son Blanco y Rubalcaba». Atentos a la alineación.