Socialistas y nacionalistas vascos están condenados a entenderse

Ramón Gorriarán MADRID/COLPISA.

ESPAÑA

El PNV está dispuesto a apoyar la aprobación de los Presupuestos del 2011 para evitar un adelanto electoral que lleve a Rajoy a la Moncloa

05 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Si uno prescinde de la historia, es difícil entender el acercamiento entre PSOE y PNV. Sobre todo después de los enfrentamientos que han mantenido en los últimos meses a propósito del Gobierno vasco, del que los nacionalistas fueron desalojados por los socialistas tras casi tres décadas de mandato ininterrumpido. Pero los intereses inmediatos de unos y otros han prevalecido sobre los antagonismos.

Los Presupuestos del 2011 han sido el punto de encuentro. Si el proyecto no se aprueba, el presidente del Gobierno no tiene más remedio que convocar elecciones anticipadas, y en estas Mariano Rajoy tiene casi todas las cartas para instalarse en la Moncloa. Un escenario que preocupa al PNV, más aún si el PP se alza con la mayoría absoluta, hipótesis que a día de hoy no es descartable. Los nacionalistas saben que su situación en el País Vasco se complicaría con los populares en el Gobierno de Madrid y de socios determinantes de los socialistas en el Ejecutivo de Vitoria. Además, unos comicios legislativos en la primavera próxima polarizarían al electorado entre PSOE y PP, y minarían las perspectivas nacionalistas en las municipales.

Ambas formaciones han mostrado tener en los últimos años una sintonía poco usual entre un partido laico y progresista y otro confesional y conservador. Entre 1987 y 1991, se repartieron los sillones del Gobierno vasco, y tras una interrupción de nueve meses, reeditaron la coalición entre 1991 y 1998. Hasta que el PSE rompió la unión por los enredos del PNV con Batasuna. La deriva soberanista que marcaron Arzalluz e Ibarretxe al partido nacionalista, motivaron un alejamiento de los socialistas.

En las elecciones del 2009 el PNV fue el partido más votado, pero la alianza de socialistas y populares aupó a Patxi López a la Presidencia del Gobierno Vasco y arrojó al PNV a la oposición, un terreno que no habían pisado en 30 años de democracia. Sin embargo, optó por acercarse a Zapatero para poner en evidencia al nuevo lendakari y demostrar que, aún fuera del poder, su labor era más eficiente que la del Gobierno de los vascos.

El año pasado los nacionalistas permitieron que se aprobaran los Presupuestos a cambio del blindaje del Concierto Económico, el régimen foral que disfrutan el País Vasco y Navarra. Una tarea que correspondía al Ejecutivo de López. Este año, el objeto de la discordia son las políticas activas de empleo. El Gobierno de Vitoria se conformaba con un traspaso de competencias valorado en 300 millones de euros. El PNV dice que se tiene que cuantificar en 480 millones o no hay Presupuestos.

«Habrá Presupuestos», dicen convencidos en el equipo gubernamental que negocia las cuentas. «No van mal las cosas», apuntan en la contraparte. Un veterano parlamentario del PSOE que ha negociado mil veces con el PNV también está persuadido de que, al final, habrá pacto. Los nacionalistas, dice, van siempre «a las claras» y si quieren negociar «son pragmáticos y no piden imposibles». Además, el PNV se siente cómodo cuando es una pieza fundamental y este es un momento para desempeñar ese papel.