Gómez planta cara a Zapatero y le fuerza a unas primarias en Madrid

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID/LA VOZ.

ESPAÑA

Peces-Barba y Matilde Fernández dicen que la presión sobre el dirigente madrileño es «una saturación de injerencias»

08 ago 2010 . Actualizado a las 03:03 h.

Enrique Clemente

madrid/la voz. José Luis Rodríguez Zapatero comprobó ayer de primera mano que colocar a Trinidad Jiménez como candidata socialista a la presidencia de la Comunidad Madrid no le va a resultar tarea fácil y amenaza con erosionar muy seriamente su liderazgo dentro del partido. El presidente del Gobierno mantuvo ayer por la tarde una reunión secreta en el Palacio de la Moncloa con Tomás Gómez, que duró más de dos horas y estuvo marcada por la tensión, según fuentes conocedoras de la misma.

Trató de convencerle de que diera un paso atrás y dejara libre el camino a la titular de Sanidad. Le explicó que la ministra tiene más posibilidades que él de desbancar a Esperanza Aguirre en las autonómicas del 2011, pero fracasó en su intento, ya que el líder del PSM se mantuvo en sus trece y le comunicó su firme decisión de ser el cabeza de cartel y de acudir a unas primarias para enfrentarse a la ministra si resultara necesario. Gómez le ofreció que Jiménez fuera como número dos en su lista, lo que Zapatero rechazó tajantemente y, según las mismas fuentes, visiblemente irritado. Ante tal tesitura y dado que ninguno de los dos cedía, el presidente le retó a dilucidar quién será el candidato en unas primarias.

Notas del PSOE y el PSM

En una nota difundida anoche por la dirección socialista se daba por hecho que habrá primarias al señalar en un lenguaje oficialista muy alejado de la tensión que marcó el cara a cara, que ambos habían decidido «apostar por los mecanismos de democracia interna que rigen en el PSOE». Zapatero trasladó a Gómez, según la nota de prensa, su deseo de poner en marcha dicho sistema «para que sean los militantes quienes decidan quién será su candidato a candidata». Es decir que, en principio, Gómez y Jiménez competirán el próximo 3 de octubre.

En otra nota difundida por el PSM se aseguraba que Gómez comunicó a su interlocutor «la decisión colectiva, adoptada tras un proceso de reflexión compartida, de presentar su candidatura». Y añadía una frase que sonaba a aviso: «Desde el PSM confiamos plenamente en que la Comisión Ejecutiva Federal actuará con absoluta neutralidad».

Las presiones sobre Gómez para que abandonara han provocado una ola de solidaridad con él dentro del PSM. Dos pesos pesados como Gregorio Peces-Barba y Matilde Fernández no dudaron en dar la cara públicamente en su apoyo. La ex ministra de Asuntos Sociales se despachaba con unas declaraciones en las que calificaba de «democrática y humanamente inaceptable» la presión que se estaba ejerciendo sobre Gómez para que renunciara. «Yo no acepto la imposición», aseguraba en una claro mensaje a Zapatero, al tiempo que animaba al líder de los socialistas madrileños a «no tirar la toalla» y a seguir adelante.

La ahora diputada regional recordaba el fiasco de otros candidatos impuestos en Madrid por la dirección federal, cuya actuación describió como «una saturación de injerencias», que dijo no se da en otros territorios donde los socialistas tampoco tienen buenos resultados.

En la misma línea se pronunciaba el ex presidente del Congreso Gregorio Peces-Barba, quien dijo que la «presión» que se estaba llevando a cabo sobre Tomás Gómez «no es democrática» y pidió que, «en todo caso, haya primarias». Alabó su trabajo al frente del PSM y señaló que «tiene muchas posibilidades» de desbancar a Aguirre.

Más competitiva

Mientras, desde la dirección nacional la secretaria de Política Internacional, Elena Valenciano, calificaba como «legítimo» el debate sobre quién debe encabezar la lista en Madrid, pero añadía que el partido posee encuestas que señalan que Jiménez es «más competitiva».

Este asunto de la candidatura madrileña ha provocado ya una soterrada fractura entre la secretaria de Organización, Leire Pajín, que ha defendido la opción de Gómez y para el que el viernes pidió «respeto», y el vicesecretario general y ministro de Fomento, José Blanco, su principal detractor. Este tiene en su poder encuestas que señalan que el ex alcalde de Parla no tiene ninguna posibilidad de desalojar del poder a Aguirre, mientras Jiménez sí podría hacerle perder la mayoría absoluta, contando con el crecimiento de la UPyD de Rosa Díez.

El hundimiento de Zapatero, que reflejan fielmente cada uno de los barómetros del CIS desde que ganó las elecciones, ha animado la contestación interna, que había logrado reducir a la nada desde que fue elegido secretario general en el 2000. Las críticas le habían llegado ya de algunos ex ministros (Solbes, Sevilla, Molina, Calvo); de la izquierda del PSOE, descontenta por haber hecho pagar el tijeretazo a los menos favorecidos; y de los «barones» ( Barreda o Fernández Vara), temerosos de perder sus feudos.

Pero, sin duda, el pulso de Gómez, que ha llevado hasta el final su negativa a apartarse, a pesar de que Zapatero le había dejado claro que Jiménez es su apuesta ?primero enviándole a Chaves para que entrara en razón, luego al colmar de elogios a la ministra y, finalmente, citándolo a La Moncloa?, es el mayor desafío interno al que se ha enfrentado, más allá de los enfrentamientos con Montilla y el PSC. Y lo está protagonizando un político aparentemente de escaso peso político al que él mismo aupó a la secretaría general del PSM.