El destino fue caprichoso con Zapatero y quiso que su extrema dependencia del PNV llegue precisamente cuando los socialistas habían desalojado al nacionalismo vasco del poder. El hito de un lendakari socialista se ha convertido finalmente en un problema. Patxi López lo sabe y se ha adelantado a advertir a Zapatero que si pretende ganarse el apoyo del PNV a costa de debilitar su Ejecutivo lo tendrá enfrente.
Y quiso también que la sentencia sobre el Estatuto catalán se conozca pocos meses antes de las elecciones catalanas. Esa situación no solo le crea problemas también con el presidente socialista de la Generalitat, José Montilla, sino que debilita al PSOE en un territorio clave para su victoria en las generales.
Huelga general
Además de sus problemas en el Congreso y en su partido, Zapatero se va con la maleta repleta de complicados desafíos. El más grave es la huelga general convocada para el 29 de septiembre y que, de momento, le ha dejado sin la foto anual junto a los mineros en Rodiezmo, una de sus señas de identidad desde que es presidente.
Reforma laboral
Antes de esa huelga, deberá aprobar en el Congreso una reforma laboral con la que CiU y el resto de los grupos minarán aún más su liderazgo, al forzarlo a introducir numerosos cambios sobre el proyecto presentado inicialmente. La votación será en los primeros días de septiembre.
Reforma de las pensiones
No menos complicada se presenta la reforma de las pensiones. Presionado por la UE, Zapatero se propone aprobarla también tras el verano. En el Pacto de Toledo o con un nuevo decreto que tendría difícil sacar adelante en el Parlamento.
Reforma fiscal
El último paso en el particular viacrucis que le espera tras sus breves vacaciones es la reforma fiscal. Zapatero adelantó que subirá los impuestos a los ricos, algo siempre más popular. Pero no ocultó que si es necesario pedirá también «mayor esfuerzo a los españoles». «Me cueste lo que me cueste», aseguró.