Una salida que llega tarde y no resuelve casi nada

Julio Á. Fariñas REDACCIÓN/LA VOZ.

ESPAÑA

12 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El tipo de excedencia solicitada por Garzón, que no implica la pérdida de su actual destino en la Audiencia Nacional, llegó a tiempo para ser incluida hoy en el orden del día de la comisión permanente del Consejo del Poder Judicial. Pero es más que probable que hoy mismo, antes incluso de que se reúna, el juez Luciano Varela haga público el auto de apertura del juicio oral en la primera de las tres causas que Garzón tiene abiertas en el Supremo.

¿Se atreverá el consejo a concederle una excedencia cuando el auto de apertura de juicio oral lleva aparejada la suspensión de funciones? Todo apunta a que es harto improbable.

¿Puede Garzón irse al Tribunal Penal Internacional una vez suspendido de sus funciones jurisdiccionales en España? Teóricamente, según las fuentes, sí. Algunas incluso van más allá y dan por sentado que eso será lo que finalmente ocurra.

¿Qué suerte le aguarda a Garzón en su potencial nuevo destino en el TPI? El argentino Luis Moreno Ocampo, que es quien le ha hecho la oferta, quiere que sea asesor externo de la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional, algo que, en realidad, nadie sabe muy bien lo qué es.

¿Quién es Moreno Ocampo, el hombre al que va asesorar Garzón? Lo más destacado en su currículo es su condición de ayudante del fiscal Julio César Strassera en los procesos contra las juntas militares argentinas. Hace ocho años, cuando Estados Unidos dio luz verde a Moreno Ocampo para acceder a la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional, se daba por hecho que Garzón iba a ser el fiscal adjunto.

Ya entonces el juez español era consciente de que llevaba demasiado tiempo en la Audiencia Nacional. El destino, no solo le encantaba, sino que encajaba de lleno en su perfil de abanderado de la justicia universal. Al final, una vez más, se quedó con las ganas. ¿Falló Ocampo o alguien le puso el veto? Eso sigue siendo una incógnita.

¿Otras alternativas? Hay quien piensa que una excedencia voluntaria, que implicaba la pérdida definitiva de su actual destino, sería lo único que podría librar a Garzón de las garras del Supremo, pero para eso, aclaran, ya es demasiado tarde.