El magistrado recusa al instructor Luciano Varela por tomar partido en la causa al aconsejar a las acusaciones

ESPAÑA

25 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Solo horas después de haber solicitado la nulidad de actuaciones por el trato dispensado por el instructor a las acusaciones populares, Baltasar Garzón dio un paso más y recusó al magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela por parcialidad y por tener interés indirecto en el proceso que instruye contra él por supuesta prevaricación en el caso de la investigación de los crímenes del franquismo.

Este incidente de recusación, según las fuentes jurídicas consultadas por La Voz, no podrá ser rechazado ad límine (de plano) por el instructor. Tendrá que ser estudiado por otro magistrado designado por el alto tribunal y finalmente habrá de ser resuelto por una sala formada por magistrados que no hayan adoptado antes decisiones relacionadas con la causa. Esto dilatará la apertura del juicio e incluso puede dar un vuelco al proceso.

Los fundamentos de la recusación recogen y amplían los que esgrimió la defensa al pedir la nulidad de actuaciones, referidos al hecho de que Luciano Varela orientase a las dos acusaciones populares, Falange y Manos Limpias, en la forma de presentar sus escritos de acusación contra el magistrado de la Audiencia Nacional. La defensa recuerda que en ocasiones anteriores, escritos con defectos similares originaron la expulsión irrevocable del procedimiento, como ocurrió con el PP en el caso Filesa.

También reprocha al instructor que no haya dado traslado a la defensa de los escritos de acusación que mandó corregir, ni del nuevo que presentó Manos Limpias. Tras dejar constancia de su satisfacción por la decisión del instructor de expulsar a Falange del procedimiento, la defensa de Garzón pone de manifiesto su contrariedad por el hecho de que el instructor haya unido a la causa el segundo escrito de acusación de Manos Limpias. «Hemos de entender que debidamente corregido con las orientaciones sugeridas -precisa-, lo que consuma la toma de partido y la falta de imparcialidad del excelentísimo instructor y el motivo, por tanto, para formular su recusación».

Al argumento de que los defectos detectados eran puramente formales, Garzón responde que el instructor les advierte de vicios en el razonamiento y en el discurso material de fondo sobre el que se articula la acusación. Ello, a su juicio, «vulnera de forma clara y decisiva la imprescindible neutralidad e imparcialidad que debe presidir la labor del instructor».