«Si mis padres hubieran dejado ir a mi hermana, también estaría muerta»

Alejandro Posilio

ESPAÑA

El hermano de la amiga íntima de Cristina Martín revela la tensión que hay en Seseña tras la muerte de la niña.

07 abr 2010 . Actualizado a las 09:19 h.

«Mi hermana Nazaret, que era íntima amiga de Cristina, tenía previsto ir también al encuentro que tuvo con su agresora. Pero como se lo cuenta todo a mis padres, no la dejaron ir, si no también estaría muerta». Son palabras de Cristofer Donas, hermano de la amiga de la joven de 13 años asesinada en la localidad toledana de Seseña supuestamente por una compañera del instituto. Este electricista metido a carpintero para poder trabajar en algo, de 18 años, explica que todo comenzó el viernes 26 de marzo, cuando su hermana y Cristina discutieron con la supuesta agresora, de 14 años y de nacionalidad cubana. «Nazaret llegó llorando a casa porque le habían pegado. Esa noche recibimos una llamada en casa, en la que le pedían a mi hermana que el martes por la tarde acudiera a la vieja fábrica de yeso para pegarse. Mis padres se lo prohibieron. Menos mal, si no...», aseguró Donas a La Voz.

Este joven, que lleva cinco años residiendo en Seseña, asevera que el martes llamaron por teléfono a Cristina con la excusa de que acudiera a dicho paraje para hacer las paces con su compañera del instituto. «Y como ella era tan buena chica, y no le gustaba enemistarse con nadie, fue inocentemente. Y no volvió», asevera Cristofer mientras espera a varios amigos que salen del Instituto de Enseñanza Media Margarita Salas, donde estudiaban la víctima y la supuesta atacante.

Dudan de que estuviera sola

Este, junto con varios compañeros de Cristina Martín, todos ellos menores de edad, ponen en duda las informaciones policiales que precisan que la agresora estaba sola cuando llevó a cabo su ataque. «Estamos seguros de que la chica cubana no preparó ella sola la quedada. Normalmente se mueve con otras amigas y amigos», afirman los compañeros de Cristina y Nazaret.

De esta misma opinión es Antonio, un seseñero que vive a 200 metros de distancia del lugar en el que el pasado sábado se encontró el cadáver de Cristina Martín. Este vendedor de solares sin apenas trabajo lo tiene claro: «Paso todos los días por allí con otros compañeros para pasear a mis perros de caza, y si el cadáver hubiera estado desde el martes de la semana pasada, que es cuando dicen que la mataron, en el pozo en el que lo encontraron, lo hubiéramos visto. No creo que la chica se cayera en el agujero. La tuvieron que arrastrar hasta dentro, y eso no lo hace una niña de 14 años sola». Sin embargo, los investigadores, según fuentes policiales, han descartado que hubiera más personas involucradas en la muerte, aunque sospechan que otros menores fueron testigos o supieron parcialmente lo ocurrido en la fábrica de yeso destruida.

Secuencia temporal

Al parecer, los agentes están intentando establecer la secuencia temporal de los hechos para aclarar el caso, así como encontrar el objeto que pudo producir el corte en la muñeca que produjo la muerte de la adolescentes que estudiaba primero de ESO. La detenida no colabora mucho en las averiguaciones.

La estupefacción por lo ocurrido es general. Incluso los jóvenes que conocen a la supuesta agresora no se explican cómo pudo tener valor para cometer una acción de este calibre. «Yo antes iba con ella y sus amigos, pero los dejé. Aunque es un poco agresiva, nunca pensé que pudiera hacer una cosa así. Ahora me alegro de no seguir con ellos», asevera una antigua amiga de la atacante. Por contra, otros compañeros del instituto que reconocen no llevarse bien con ella precisan que su condición de gótica la convierte en una persona más llamativa.

«Va siempre de negro, y en su página de Tuenti tiene un motón de fotos tétricas, con calaveras, sangre, heridos y muertos. Incluso hay alguna como si fuera de magia negra», asegura un compañero de clase. Aunque otro interviene para precisar: «Eso no la convierte en asesina».