Las declaraciones de Jordi Sevilla y la publicación de un libro ahondan en la imagen del presidente como un político frío, duro y obsesionado por la imagen
22 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Ya lo advirtió Alfonso Guerra hace casi seis años: Zapatero podía ser un bambi, pero desde luego no de peluche, sino de acero. Las explosivas declaraciones de Jordi Sevilla a la revista Vanity Fair y la publicación de un libro titulado El Maquiavelo de León, del periodista José García Abad, que se define como un «independiente de izquierdas», profundizan en ese perfil del presidente del Gobierno muy alejado del melifluo cervatillo creado por Walt Disney.
El Zapatero que aparece retratado tanto en el libro como en las declaraciones de algunos de sus ex colaboradores es un profesional de la política puro y duro, muy frío, calculador, mesiánico, que no olvida ni perdona, que fulmina a quienes pueden hacerle sombra, al que nadie se atreve a contradecir, que promueve la rivalidad entre sus subordinados, obsesionado por la imagen, alejado de la calle y que no tiene más proyecto que mantenerse en el poder. Ni débil ni ingenuo ni poco inteligente -como se filtró que había dicho Sarkozy-, sino un auténtico killer de la política programado para ganar elecciones.
A lo que hay que añadir lo que declaró hace tiempo Carlos Solchaga a la misma revista, que trata a sus ministros como si fueran secretarios y que, al contrario que Felipe González, no se rodea de los mejores para evitar que le hagan sombra. «Un lobo con corazón de cordero», lo define en el libro su amigo Cándido Méndez para defenderlo de la acusación de que es un «falso bueno».
«La primera vez que le vi me impactó mucho; su manera de pensar, de hablar, los ojos; eso es innegable, la manera de razonar, de actuar, la pasión, sus ideas...». Así recuerda Sevilla la impresión que le causó Zapatero cuando lo conoció. Después, ambos integrarían, junto con Caldera, Blanco y Trinidad Jiménez, entre otros, la llamada Nueva Vía, que aupó al leonés a la secretaría general del PSOE en el 2000. Pero la relación se torció cuando le hizo el feo de encargar a Miguel Sebastián, que era un recién llegado, el programa económico del PSOE para las elecciones del 2004. Tuvieron una discusión a gritos en el coche oficial de Zapatero minutos antes de que los micrófonos captaran la ya mítica frase de Sevilla: «Lo que tú necesitas saber para esto son dos tardes». Se refería a la economía. Luego lo relegó a una cartera menor, Administraciones Públicas, de la que lo relevó a los tres años sin darle explicaciones. Hace seis meses abandonó su escaño.
«Te castiga con su indiferencia, con el olvido. En la política en general se tiende a utilizar demasiado el olvido como sanción y a veces la calumnia. Hacerte el vacío es una forma de sanción muy típica, como borrarte de la foto», explica Sevilla. «Es una persona que escucha más que habla, que se forja una opinión que se convierte en decisión y, a partir de ahí, es muy difícil cambiársela», añade.
Contra la opinión generalizada, la ex ministra de Cultura Carmen Calvo sostiene en el libro que Zapatero «no se ha cargado a los maduros», sino a la gente de su edad. No duda en decir que «ha fusilado metafóricamente» a toda una generación, entre los que cita a Jesús Caldera, López Aguilar, Trujillo, Narbona, Magdalena Álvarez, Jordi Sevilla y José Antonio Alonso. «Se ha rodeado de la corte mayor que no le puede hacer sombra, que está amortizada, y de los jóvenes que lo reverencian», asegura.
¿Críticas de despechados o reflejo de la realidad? Las fuentes que dan la cara con sus nombres son políticos defenestrados, las demás guardan el anonimato.