De Naseiro a Bárcenas, la misma estrategia con 20 años de por medio

ESPAÑA

06 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En plena Semana Santa de 1990, un juez de Valencia llamado Emilio Manglano ordenaba la detención del tesorero del PP, con Aznar recién llegado a la presidencia. Acaba de estallar el caso Naseiro. Había pruebas, cintas grabadas y testimonios de financiación ilegal del partido e implicación de dirigentes como Eduardo Zaplana. Pero todo quedó en nada porque las cintas fueron anuladas por el Tribunal Supremo. El estratega judicial del PP que convirtió el caso Naseiro en caso Manglano se llamaba y se llama Federico Trillo.

Veinte años después, nada más conocerse los primeros datos de otra investigación iniciada en el año 2007 y que también atañe a cuestiones financieras relacionadas con el PP -de nuevo el tesorero figura entre los imputados-, con el mismo director de orquesta, se pone en marcha una campaña contra el juez instructor que, según todos los indicios, tiene el mismo objetivo que la que padeció Manglano: anular el caso Gürtel por cuestiones de forma y no de fondo.

Primero llegaron las querellas contra el instructor ante el Supremo, que no prosperaron. Luego la campaña contra el sistema Sitel, que sirvió para grabar las conversaciones telefónicas inculpatorias; y, por último, una nueva querella de los abogados por haber autorizado, a petición del fiscal, grabaciones de conversaciones en la cárcel entre estos y sus clientes.

Salidas bloqueadas

Si hace 20 años el PP estaba solo contra Manglano, no se puede decir lo mismo ahora. Sectores del PSOE, resentidos contra Garzón por el desplante tras su fugaz paso por la política, han aprovechado la coyuntura para relanzar la ofensiva contra él. Primero bloquearon el acceso de Garzón a la presidencia de la Audiencia Nacional, que era su tercer intento de dejar voluntariamente el Juzgado Central número 5, después de haberle impedido la mayoría conservadora en el CGPJ el acceso a la presidencia de la Sala de lo Penal. Luego sabotearon todos los intentos de Rubalcaba de darle una salida airosa fuera de España.

Con estos apoyos y una estrategia de defensa al menos discutible, Garzón está a las puertas del banquillo.